Vaya diferencia. El 1 de mayo del 2003, en una aparición de tintes televisivos sobre el portaaviones USS Lincoln, el entonces presidente George Bush anunció con bombos y platillos el final de las grandes operaciones bélicas en Iraq.
Siete años y medio después del inicio de la guerra de Iraq, la última brigada de combate estadounidense ha abandonado Iraq. Sin fanfarrias ni gran despliegue mediático, los soldados cruzaron la frontera con Kuwait dos semanas antes de lo previsto.
La Casa Blanca ya había anticipado que la salida tendría un perfil bajo por razones de seguridad. Pero esa no es la única razón. A pesar de haberla heredado, el sucesor de Bush, Barack Obama, nunca quiso esta guerra y no ve motivos para una retirada festiva que pueda malinterpretarse como una marcha de vencedores.Así lo dijo en un grave discurso ante veteranos de guerra, en el que elogió los avances realizados en Iraq que le permitirán cumplir su promesa de “terminar con la guerra de forma responsable”. Pero también advirtió: “La dura verdad es que todavía no conocemos el fin de las bajas estadounidenses en Iraq”. Y Obama envía soldados a una guerra que tampoco él empezó pero sin embargo apoya: la de Afganistán.
Los desafíos en Iraq eran enormes pero fueron fatalmente subestimados y EE.UU. pagó un alto precio por ello. La discusión sobre si los resultados justifican esta guerra y, sobre todo, los muertos que ocasionó, está lejos de terminar. Cuando Bush decidió derrocar por la fuerza a Saddam Hussein, EE.UU. estaba dividido y gran parte del mundo se distanció del rumbo elegido por Washington. Ahora que, tras tantos años de sangre, la seguridad en Iraq parece estabilizarse y el país cuenta al menos con unas frágiles estructuras democráticas, algunos comienzan a preguntarse si la operación no resultó finalmente en una victoria estratégica.
Los partidarios de la guerra ven confirmada su posición. Aseguran que la caída de Saddam cambió la cara de toda la región y enterró un antiguo factor de inestabilidad: un régimen que empezó una guerra contra Irán, invadió Kuwait e intentó armarse con un arsenal nuclear. En síntesis, un tirano sanguinario que oprimía a su pueblo fue reemplazado por un gobierno democrático y de trato cordial con EE.UU.
Los críticos apuntan a las enormes pérdidas de vidas humanas y dinero público. Desde el inicio de la invasión de Iraq, murieron 4 733 soldados de la coalición -de los cuales 4 415 son estadounidenses, 179 británicos y 139 de otras nacionalidades- y 106 071 civiles iraquíes. Esto sin contar las pérdidas en las fuerzas iraquíes de seguridad, que por lo menos cifran en 12 000 sus bajas.
Los contribuyentes estadounidenses han pagado hasta ahora más de USD un billón por la guerra, y la cifra puede subir a tres.
Los detractores de la guerra también lamentan el daño infligido a la imagen y credibilidad de EE.UU. ante la comunidad internacional después de que las armas de destrucción masiva que Iraq supuestamente albergaba resultaran inexistentes. “Hay que hacer una evaluación de los objetivos políticos alcanzados y de si EE.UU. está mejor ahora que antes de la guerra”, dijo William Nash, general retirado del Ejército. “Mi opinión es que hay más cosas negativas que positivas”.
Según Nash, EE.UU. se ha debilitado estratégicamente en la región a causa de la guerra. “¿A qué precio nos deshicimos de un mal tipo?”, se pregunta. De cualquier forma, reina el consenso de que Iraq enfrenta un futuro difícil. Por ejemplo, los atentados persisten. Solo antier una bomba mató a 56 iraquíes frente a un cuartel.
Marzo 2003
Una coalición de países liderada por Washington invadió Iraq en busca de armas de destrucción masiva que jamás fueron halladas. El 1 de mayo George Bush anuncia el fin de los combates.
13 diciembre 2003
Saddam Hussein, presidente de Iraq, es capturado cerca de Tikrit (en Bagdad). En noviembre de 2006 Hussein es condenado a muerte por la ejecución de 148 chiitas en 1982. Fue ahorcado.
10 enero 2007
Bush anuncia el envío de 30 000 soldados suplementarios. En agosto de ese año se produce el atentado más mortífero desde 2003: más de 400 muertos en la provincia de Nínive (norte).
27 febrero 2009
El presidente Barack Obama anuncia la retirada de los soldados estadounidenses en agosto de 2010, antes de una retirada total a fines de 2011. Agosto 2010: inicia la salida de tropas.