Manuel Merino, cuyo mandato en Perú duró apenas seis días, defiende su manera de llegar al poder. Foto: EFE
Un mes después de dimitir, el efímero expresidente de Perú Manuel Merino, cuyo mandato apenas duró seis escasos pero turbulentos días, no entierra su hacha de guerra para defender a capa y espada su manera de llegar al poder e insinuar sin pruebas que las protestas que precipitaron su caída estaban pagadas.
Merino se vio obligado a dimitir el 15 de noviembre, después de que sus ministros, que habían asumido el cargo dos días antes, comenzasen a renunciar en cadena tras conocerse la muerte de dos jóvenes por disparos presuntamente de la Policía en la violenta represión de las manifestaciones contra el Gobierno de transición.
Después de guardar varios días de silencio donde ni siquiera compareció en las sesiones del pleno del Congreso, Merino ha vuelto en las últimas semanas a la tribuna política sin temor a reivindicar su breve periodo como presidente interino, desprestigiar las protestas y desvincularse de las muertes de los manifestantes.
El todavía congresista del partido Acción Popular, que se rodeó de la ultraderecha en su Gobierno, continúa defendiendo la legitimidad de la maniobra que lo llevó al poder, al promover la destitución del expresidente Martín Vizcarra (2018-2020) para ocupar él la jefatura del Estado en su calidad de presidente del Legislativo.
Esto supuso un cambio de signo político en el Ejecutivo peruano utilizando un mecanismo de la Constitución peruana que permite al Congreso destituir al presidente por “incapacidad moral permanente”, una figura contemplada para casos de enfermedad mental o de coma del mandatario, pero que la oposición interpretó como falta de ética.
Rechazo multitudinario
Por ello la proclamación de Merino no fue reconocida prácticamente por ningún país ni organismo internacional, mientras que gran parte de la población la entendió como un golpe de Estado encubierto que motivó multitudinarias protestas a nivel nacional para recuperar el orden democrático.
Así, las manifestaciones no se calmaron hasta que Merino anunció el 15 de noviembre su dimisión y, especialmente, cuando ese mismo día fue reemplazado como presidente transitorio por el congresista del Partido Morado Francisco Sagasti, más alineado con las reformas anticorrupción de Vizcarra que contaban con un gran apoyo popular.
Desde entonces, Merino ha mostrado una actitud hostil contra el Gobierno de Sagasti, que ha impulsado una renovación de la cúpula de la Policía después de las graves denuncias de violaciones de derechos humanos presuntamente cometidas durante los días que Merino estuvo al mando.
Estas denuncias no solo atañen a la violenta represión de las protestas que causaron dos muertos y cientos de heridos, sino también a testimonios de jóvenes que afirmaron haber sido detenidos por policías sin identificación y secuestrados y retenidos por hasta tres días.
Sucesores “nefastos”
“Nefastos 16 días en el Gobierno”, vociferó Merino a inicios de diciembre sobre Sagasti durante una votación en el pleno del Congreso, donde manifestó su desacuerdo con el tono conciliador y de búsqueda de justicia que ha enarbolado su sucesor.
Solo fue el inicio de una serie de ataques hacia el actual Gobierno de transición y críticas feroces hacia los distintos homenajes que se han hecho a las protestas y las víctimas que estas dejaron.
No dudó tampoco en calificar de “irresponsable” a la Embajada de España en Perú por auspiciar una exposición fotográfica en el Lugar de la Memoria (LUM), titulada ‘Generación Bicentenario en Marcha’, en la que se valoraba el compromiso de los jóvenes por “reinstaurar la democracia“, una expresión que Merino rechaza tajantemente.
Para Merino, la forma utilizada para sacar a Vizcarra del poder y asumirlo él fue plenamente legítima porque se consiguieron 105 votos en el pleno del Congreso cuando solo bastaban 87, sin reparar si el motivo para hacerlo estaba justificado o se ajustaba a lo dispuesto en la Constitución.
Anuncian acusaciones contra Merino y aliados
Por ello, el líder del Partido Morado, Julio Guzmán, ha anunciado ahora que su formación impulsará en el Congreso acusar a los 105 congresistas que votaron a favor de hacer presidente a Merino, incluido a él mismo, algo que el efímero expresidente ha respondido acusando a este partido liberal de financiar las manifestaciones en su contra.
“¿Quién financió las marchas? ¿Quién azuzó? ¿Quién disparó?”, se preguntó este lunes Merino en Twitter acompañando el mensaje con fotos de Guzmán y del congresista del Partido Morado Daniel Olivares supuestamente en el lugar de las manifestaciones.
El expresidente aseguró que es el primer interesado en que se investiguen cómo murieron Jack Pintado e Inti Sotelo, los dos jóvenes fallecidos el 14 de noviembre en la gran protesta contra Merino, y exigió que se investigue de la misma forma las dos muertes ocurridas en protestas sociales durante el Gobierno de Sagasti.
De momento las investigaciones sobre el caso de Pintado y Sotelo apuntan a perdigones de plomo disparados presuntamente por la Policía, que aparentemente utilizó munición antidisturbios no permitida bajo la supuesta orden salida desde el propio Merino de recrudecer la represión de las protestas, según medios locales