Martina Calvache podrá finalmente acompañar a su hijo, David Macías, de 28 años, próximo a operarse de un tumor maligno en el cerebelo, en Bilbao-España.
La cónsul española en Guayaquil, Sofía Ruíz del Árbol Moro, que la semana pasada le había denegado el visado humanitario, dio marcha atrás y finalmente lo autorizó. “Cuando la secretaria le llamó a mi madre para informarle que le daban la visa, le dijo que la cónsul estaba muy enfadada por el ‘paripé’ que según ella habíamos montado al contar a los medios”, relata David Macías, al otro lado del teléfono. A Martina, de 57 años – “con casa y coche propio y con su vida hecha en Ecuador”, dice el hijo-, le fue negada la visa porque según el consulado había “el riesgo clarísimo” de que se quede en suelo ibérico a trabajar. Además, según las autoridades “no está debidamente justificado el motivo del viaje”.
“¿Cómo no va a estar justificado si los médicos piden la compañía de un familiar durante y después de la operación, debido a la gravedad de la misma y porque puede tener secuelas muy graves? Fue una decisión inmoral e inhumana”, dice el abogado de Extranjería Javier Galparsoro, muy reconocido en el País Vasco.