Los lÃderes del G7 llegaron el domingo 15 de junio de 2025, a las Montañas Rocosas de Canadá para celebrar una cumbre marcada por conflictos militares, como el de Ucrania, Gaza y ahora el de Israel-Irán, asà como comerciales, estos últimos desatados por las polÃticas arancelarias de Donald Trump.
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Además de los lÃderes de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido, en el complejo turÃstico de Kananaskis, a unos 90 kilómetros al oeste de Calgary, se espera a los presidentes de México, Brasil, Ucrania, Corea del Sur y Sudáfrica, asà como los primeros ministros de Australia y la India.
Aunque la agenda oficial de la reunión está centrada en los temas de paz y seguridad, seguridad energética y transición digital, además de medidas para garantizar inversiones que mejoren la economÃa mundial, el trasfondo de la cumbre es el conflicto comercial provocado por Trump.
Todos los lÃderes presentes en Kananaskis intentarán mantener reuniones bilaterales con Trump al margen de la cumbre para intentar avanzar las negociaciones que mantienen con Washington para eliminar o reducir los aranceles impuestos por Estados Unidos en las últimas semanas.
¿Cómo es la relación entre Mark Carney y Donald Trump?
Y como anfitrión de la cumbre, y lÃder de una de las naciones más afectadas económicamente por el regreso de Trump a la Casa Blanca, el primer ministro canadiense, Mark Carney, será uno de los que tendrá garantizado un cara a cara con el presidente estadounidense.
Para alivio de los canadienses, de momento, la conexión personal entre Trump y Carney es fluida, en contraste con la beligerante relación que el lÃder republicano mantuvo con Justin Trudeau, el anterior primer ministro canadiense.
Carney llegó al poder en marzo de este año en gran parte gracias a las acciones de Trump, que primero anunció que impondrÃa aranceles a su principal socio y luego aumentó la presión con la amenaza de la anexión de Canadá.
Trump y Carney negocian una nueva relación comercial
Trump y Carney llevan semanas negociando una nueva relación comercial que sustituya la que durante décadas, prácticamente desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, paulatinamente aumentó la integración de los dos paÃses, especialmente en sectores como el automóvil.
Ese proceso, que alcanzó su apogeo con el tratado de libre comercio que entró en vigor en enero de 1989 y que posteriormente se transformó en el TLCAN con la entrada de México en 1994, hizo que en estos momentos el 77 % de las exportaciones canadienses tengan como destino EE.UU.
En productos como el petróleo —del que Canadá es el cuarto productor mundial— las ventas al paÃs vecino representan casi el 99 % del total exportado.
El año pasado, el comercio bilateral de bienes y servicios entre los dos paÃses, que junto con México integran el ahora llamado T-MEC, ascendió a 904 200 millones de dólares estadounidenses. De esta cifra, 762 100 millones de dólares estadounidenses fueron comercio de bienes.
Por eso, los aranceles que Trump impuso a Canadá (un 25 % a todos los productos no incluidos en el T-MEC; un 10 % al petróleo y gas; un 25 % al acero y aluminio; y un 25 % al sector del automóvil para los vehÃculos no considerados norteamericanos) son especialmente problemáticos para Ottawa.
Por ejemplo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó en 0,6 puntos el crecimiento económico de Canadá en 2025, para dejarlo en 1,4 %, por el impacto de la guerra comercial. De todas las economÃas avanzadas, la canadiense es la que más sufre las polÃticas de Trump.
Carney, un reputado economista que antes de entrar en el mundo de la polÃtica fue el gobernador del Banco de Canadá (2008-2013) y del Banco de Inglaterra (2013-2020), diseñó una respuesta a la nueva realidad basada en tres puntos.
Primero, eliminar las barreras domésticas al comercio. Segundo, aumentar su relación con la Unión Europea (UE). Y tercero, renegociar con Trump la nueva estructura económica de Norteamérica. Y la Cumbre del G7 en Kananaskis será el escenario para avanzar en los dos últimos puntos.