Richard Cortez,
Coeditor
Quienes conocen de cerca al presidente de Uruguay, José Mujica, dejan de lado los convencionalismos creados por el poder y sencillamente le llaman el ‘Pepe’. Lo hacen porque saben que es una persona sencilla, pragmática, alejada de las ambiguedades y de los protocolos.
Con 76 años de edad, el camino trajinado por este político y agricultor uruguayo, con un pasado político que se remonta al mismísimo Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) en la década de los 60, que incluyó cerca de 15 años en la cárcel. Desde 1985, comenzó su reinserción política. Fue diputado y senador, ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca entre 2005 y 2008.
Luego vino la campaña electoral presidencial en el 2009. Tras dos vueltas, llegó a la Presidencia de la República del Uruguay.
Con la tranquilidad y reflexión que da la experiencia acumulada por los años, el pasado izquierdista no se ha constituido en cadena que marque rumbos en su vida personal y en su gestión política al estar al frente de 3,4 millones de uruguayos.
En declaraciones a la revista brasileña Veja fue muy claro en decir que continúa siendo socialista porque es enemigo de la explotación del hombre por el hombre.
Ello no significa que incluya una defensa de un estado grande y un servicio público inflado. Sería un desastre.
Con esa franqueza y frontalidad, el Presidente uruguayo se refirió a la libertad de prensa, el periodismo, los periodistas y los medios. “La mejor ley de prensa es la que no existe”, dijo a la revista brasileña.
Añadió que los periodistas deberían tratar de actuar con honor. Luego, cada lector o televidente debe interpretar lo que lee o lo que ve. Cuanto más educada y calificada es la población, habrá mayor diversidad de opiniones, lo que es bueno.
“Cuando un gobierno se muestra más tolerante con la diversidad, ayuda a formar una prensa respetuosa, pero si apuesta a “radicalizar sus políticas, se va todo al diablo y la cosa se pone peligrosa, porque de esa forma, la prensa se transforma en una espada de lucha”.
El ‘Pepe’ no es un enemigo declarado de la prensa, como ocurre con otros mandatarios de la región. El Presidente ha aprendido a convivir con ella, a respetarla, pese a los errores que pueda tener. Incluso, habló de “un mal absolutamente necesario, imprescindible…”.