Jerusalén, sacudida por la violencia tras ataque con coche y altercados en la Ciudad vieja

Policías israelíes meten el cadáver de un palestino dentro de una bolsa tras el ataque con un vehículo en Jerusalén en el que murió una persona y otras trece resultaron heridas, hoy, miércoles 5 de noviembre de 2014. Foto: EFE.

Policías israelíes meten el cadáver de un palestino dentro de una bolsa tras el ataque con un vehículo en Jerusalén en el que murió una persona y otras trece resultaron heridas, hoy, miércoles 5 de noviembre de 2014. Foto: EFE.

Policías israelíes meten el cadáver de un palestino dentro de una bolsa tras el ataque con un vehículo en Jerusalén en el que murió una persona y otras trece resultaron heridas, hoy, miércoles 5 de noviembre de 2014. Foto: EFE.

Jerusalén vivió un fuerte estallido de violencia este miércoles, tras el ataque en el que un palestino atropelló y mató a un policía, y los duros choques que se produjeron en la Explanada de las Mezquitas.

Un hombre arrolló con su coche a varias personas, matando a un agente israelí y dejando al menos nueve heridos, dos de ellos de gravedad, en un ataque similar al del pasado 23 de octubre, cuando en otro atropello murieron un bebé y la ciudadana ecuatoriana Karen Mosquera.

La policía israelí identificó al atacante, al que abatió tras el atropello, como Ibrahim al-Akari, palestino de 38 años y habitante del barrio de Shuafat, en Jerusalén oriental, cerca del lugar del atentado.

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, condenó el atentado, considerando que solo servía “para empeorar la situación”, y llamó a las partes a la moderación.

El primer ministro israelí Benjamín Netanyahu aseguró que el ataque era “consecuencia directa de los actos de Abu Mazen (el presidente palestino Mahmud Abas) y de Hamas, por exacerbar los ánimos”.

Poco antes, el movimiento radical celebraba el ataque, y calificaba al autor de “héroe-mártir, al igual que Abdelrahmán Shalodi y Muataz Hijazi” (autores del otro atropello y del intento de asesinato de un rabino ultranacionalista israelí).

La organización islamista, a la que pertenecía el autor del atentado según sus responsables, afirmó que se trataba de “la respuesta natural a los crímenes del ocupante”, aunque no reivindicó oficialmente el ataque. La Yihad Islámica también celebró el atentado.

La policía israelí entra en Al Aqsa

El ataque de hoy se produjo en un día que ya había amanecido muy caldeado por los enfrentamientos entre palestinos y policías israelíes en la Explanada de las Mezquitas, que alberga la mezquita de Al Aqsa y el Templo de la Roca.

Aparentemente, los choques surgieron tras el llamamiento de extremistas judíos a visitar en masa la explanada para apoyar a Yehuda Glick, el rabino defensor del derecho de los judíos a rezar en este lugar, tiroteado el 29 de octubre.

Durante la visita de los activistas judíos, el acceso a la explanada fue prohibido a los musulmanes.

Unos veinte de ellos, que habían permanecido dentro de la mezquita de Al Aqsa, lanzaron piedras y petardos a los agentes israelíes que se encontraban allí, según la versión de la policía, y fueron desalojados.

La novedad en esta ocasión, según reconoció la portavoz de la policía Luba Samri, es que los agentes llegaron a penetrar algunos metros en la mezquita de Al Aqsa para quitar las piedras que bloqueaban las puertas y poder cerrarlas.

Nunca antes los policías israelíes se habían adentrado tanto en la mezquita, dijo Adnan al Huseini, gobernador de Jerusalén oriental.

La actuación de la policía, que no hizo detenciones porque “es un lugar santo”, provocó destrozos dentro del templo.

Los altercados entre los agentes israelíes y los palestinos no se hicieron esperar en los alrededores de la Explanada y acabaron con 39 heridos, seis de ellos graves, explicó Amin Abu Ghazali, de la Media Luna Roja.

“Vulneración de todas las reglas internacionales” 

La calma volvió al final de la mañana, pero los enfrentamientos han estallado de nuevo en las afueras de la ciudad vieja, así como en el campo de refugiados de Chuafat y en los barrios de Issoauiya y al-Tor.

Lo ocurrido en la Explanada ha provocado una reacción furibunda de las autoridades palestinas, que han pedido una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU al considerar que el “gobierno israelí persiste en su plan para que sigan las violaciones en el santuario de Al Aqsa, y de defender a los colonos que atacan la mezquita, vulnerando todas las reglas internacionales”.

Según el estatuto vigente desde 1967, el año en que Israel se anexionó Jerusalén Este, que incluye la ciudad vieja y la Explanada, los judíos pueden visitar este lugar santo para ambas religiones, pero no rezar en él.

Desde hace meses, la tensión va en aumento por lo que los palestinos consideran provocaciones de algunos judíos de visita en la Explanada, y por las restricciones de acceso impuestas por la policía israelí, que hacen temer que Israel pretenda cambiar ese estatuto, pese a que Netanyahu lo haya negado en numerosas ocasiones.

Jordania, que gestiona este espacio, ha llamado a consultas a su embajador en Tel Aviv y presentará una denuncia ante el Consejo de Seguridad de la ONU contra los reiterados ataques de Israel a los santos lugares musulmanes.

Turquía, por su parte, ha condenado el “verdadero acto de barbarie” por parte de Israel al entrar en la mezquita y ha llamado al mundo árabe a reaccionar ante una “ agresión inaceptable”.

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