Irán tiene un reactor nuclear. Sus usos posibilitan distintos propósitos y si bien su empleo en la generación de energía para sustituir el consumo de combustibles fósiles supone un factor positivo en la meta universal contra el calentamiento global, las sospechas en la esfera de Occidente no cesan.
Tim Flannery, investigador y escritor que ha tocado el tema, dice en su libro ‘El clima está en nuestras manos’ que “tres factores preocupan especialmente a la opinión pública: la seguridad, el vertido de residuos y las bombas”.
Si hablamos de Irán los gestos inamistosos del presidente Mahmud Amadinejad contra Occidente y su afirmación tenebrosa de borrar del mapa al Estado de Israel entrañan alertas atendiendo a su ampliamente conocida militancia fundamentalista.
Sobre los riesgos de una conflagración nuclear y el número cada vez mayor de reactores en países que no han firmado el tratado contra las armas nucleares crece la preocupación en foros mundiales.
Recientemente se conoció, por su amplia difusión mediática el discurso de Fidel Castro, líder histórico de Cuba, que advertía del riesgo de enfrentamientos nucleares y ponía sus reparos sobre el tapete. En la ya famosa entrevista con la revista The Atlantic, Castro criticó al Presidente iraní por negar la existencia histórica del Holocausto en el que el nazismo inmoló a millones de judíos.
Las relaciones internacionales del Ecuador deben privilegiar alianzas estratégicas con países de tradicional amistad e intercambio comercial antes que propiciar aventuras peligrosas.