Bienvenidos a Irán, tierra de gente civilizada y amigable. Así reza el eslogan de una página web que promueve los encantos turísticos iraníes. Porque Irán, histórica y geográficamente, es mucho más que ensayos nucleares, teocracias y Mahmud Ahmadinejad.
Aunque las agencias internacionales de noticias solo nos cuentan que en las próximas semanas la ONU aprobará nuevas y contundentes sanciones contra el régimen islámico iraní, por la ocultación de su programa nuclear, la mayoría de sus habitantes se prepara para la fiesta de Nowruz o Año Nuevo, que en ese país se celebra cada 21 de marzo, con la llegada de la primavera.
El Nowruz es la festividad más larga y más importante del pueblo persa.
Cuna del alfabeto, del arte y de otras expresiones culturales como filosofía o una imponente arquitectura, lo que entre el año 600 a.C. hasta 1935 fue conocido como Persia, hoy está dividido en 33 provincias, con casi 70 millones de habitantes y goza de una proyección mundial poco afortunada en la actualidad. Hablar de Irán es como referirse al chico problemático de la clase.
Sin embargo, más allá de los membretes y de las vicisitudes de la geopolítica internacional, los iraníes continúan fieles a su riqueza cultural milenaria. De esto da fe el Viejo Hombre del Tamboril, personaje clave de la fiesta de Año Nuevo. Con su música alegre, es el mensajero de la salud, la fuerza, la felicidad y la abundancia en el año que comienza.
Durante alrededor de 12 días, la gente se visita y los cabezas de familia agasajan a los suyos con regalos o ‘eidis’. Todo es fiesta en esta época para ellos.
Irán es también la tierra de Marjane Satrapi, la directora -junto con Vincent Paronnaud- de la película animada ‘Persépolis’, elogiada mundialmente. Con una estética riquísima, el filme cuenta la compleja historia de este país antes, durante y después de la llegada del régimen islámico al poder; casualmente gracias a una revolución que culminó en un nuevo gobierno y una nueva forma de vida en la primavera de 1979.