El Gobierno mexicano amplía su capacidad de inteligencia en un búnker subterráneo, equipado con tecnología de punta, tanto para su lucha contra el narcotráfico, que deja más de 28 000 muertos desde el 2006 a la fecha, como para vigilar a un líder sindical incómodo.
“En este centro reside toda la información criminal de México”, dice Francisco Niembro, responsable de operaciones de inteligencia de la secretaría (ministerio) de Seguridad Pública, al guiar a la prensa por primera vez al interior del búnker subterráneo, inaugurado hace 10 meses.
Un pequeño túnel, ubicado por debajo de un ojo de agua conduce a la edificación circular, a la que acceden exclusivamente analistas y agentes encubiertos.
Desde allí se vigilan, en tiempo real, edificios e instalaciones de la infraestructura petrolera, hidráulica, telecomunicaciones y electricidad y se siguen amenazas naturales como tormentas, movimientos telúricos. Asimismo están en la mira los 16 volcanes activos en México.
En el último nivel se encuentra “el cuarto de guerra”, destinado al Presidente y su gabinete “en caso de un evento a nivel país, en el que se vea comprometida la seguridad o las instituciones”, explica.
“Aquí tenemos al compañero (Martín) Esparza”, dice Niembro, al señalar en una pantalla la imagen del líder de los trabajadores de la extinta Compañía Luz y Fuerza, durante una manifestación en el aeropuerto capitalino.