‘Vendo neveras, lavadoras y aires acondicionados. También te vendo cocina a gas. ¡Bueno, bonito y barato!”. Aunque parece la publicidad de un centro comercial para atraer clientes, se trata del presidente Hugo Chávez promocionando a través de Twitter las bondades de su proyecto socialista en la campaña para las elecciones legislativas del domingo 26.
Los sondeos prevén una nueva victoria del oficialismo, pero el Mandatario no se confía y asumió personalmente el objetivo de lograr al menos dos tercios en la Asamblea Nacional, nivel clave para mantener el ritmo de la “revolución bolivariana” y reforzar su liderazgo de cara a las presidenciales del 2012.
Electrodomésticos chinos a mitad de precio, tarjetas de crédito para financiar compra de alimentos, automóviles económicos a gas y paquetes turísticos para clases populares son parte del programa electoral ideado por Chávez para neutralizar el efecto de la crisis económica en su popularidad. “Me estoy metiendo a vendedor. Vendedor del socialismo para derrotar a los vendedores del capitalismo”, dijo Chávez en el lanzamiento de Mi Casa Bien Equipada, un flamante plan estatal de línea blanca a “precios solidarios”. Encuestas calculan que el chavecismo lidera la intención de voto con una diferencia de entre 2 y 5 puntos, suficiente para revalidar su control del Parlamento, gracias que a una nueva ley electoral favorece al bloque mayoritario y aumenta el peso del voto en los estados rurales, bastiones de Chávez.
Pero la oposición, que estuvo cinco años ausente de la Asamblea tras boicotear los anteriores comicios, se ha unido en un solo bloque y aspira a ganar al menos un tercio de las 165 curules, lo que en teoría le permitiría impedir cambios legislativos de gran alcance. Ante esta posibilidad, u otro escenario peor, Chávez se ha vuelto omnipresente en campaña para reforzar su conexión popular con caravanas y mítines por todo el país. Denuncia que la “contrarrevolución” busca sacarlo del poder, que va a acabar con los logros sociales y que habrá guerra civil.
“¿Qué pasaría si vuelve a gobernar Venezuela la burguesía? Eliminarían todo eso, lo desapare-cerían, lo borrarían del mapa compadre, se lo robarían pues y lo ven-derían a precio de galli-na flaca, lo privatizarían”, aseguró en un evento electoral en Mérida.En los últimos años, el apoyo a Chávez se fue deteriorando por la radicalización del proyecto político y los líos económicos que atraviesa el país petrolero, que le obligaron a recortar drásticamente el gasto público mientras la población enfrentaba una severa recesión con inflación de dos dígitos. El militar retirado quiere que esta elección sea el punto de inflexión en su popularidad -que se ubica en torno a un 50% desde más del 70% en el 2006- para iniciar su “batalla” por la reelección, a la que además llegará con más músculo financiero por la recuperación del precio del crudo.
Expertos reconocen la resistencia del respaldo a un gobernante con 11 años en el poder y que en los últimos ocho meses lidió con una devaluación, la ola nacional de apagones y un controvertido debate mediático sobre el crimen, un tema casi tabú para su Gobierno. “El Gobierno pasa su peor momento en 11 años, pero el vínculo afectivo con un sector del país sigue siendo muy poderoso”, dice el analista Teodoro Petkoff.
Un candidato en tierra chavecista
Julio Borges recorre bajo la lluvia el suburbio caraqueño de Guarenas. Este candidato opositor está convencido de que adentrarse en feudos chavecistas, como este, es la única manera de sumar votos contra el presidente Hugo Chávez en las legislativas.
Acompañado por un camión que toca a todo volumen un reggaetón y una decena de jóvenes con camisetas amarillas del partido Primero Justicia, liderado por él, Borges camina y camina por las calles estrechas de Guarenas. “Hacemos esto todos los días”, cuenta mientras saluda a los pobladores. Guarenas, que tiene un Alcalde oficialista, es una ciudad dormitorio muy popular, con escasas áreas verdes, calles estrechas de casas bajas y muchísimos sitios baldíos donde juegan los perros en medio de la basura.
“Hay mucha violencia y una industria deprimida”, describe Borges. “Este es un reducto chavecista y por eso ganar acá es tan simbólico”, añade este abogado de 41 años. El candidato opositor tutea a los vecinos, toma café, pregunta cuáles son sus problemas, conversa con sus asesores, ofrece soluciones. AFP