Blandiendo la falsa espada de Bolívar se vio en sueños. Más que sueños eran “los delirios del cuartelazo” que inmortalizó un poeta y se vio a lomos del caballo del Libertador despanzurrándolo con su simpatía y arrogancia.
Arando en los bueyes de su gabinete en el mar de la atribulada América. Por sus prácticas no pasa por la Angostura del ojal de la libertad que imaginó Bolívar.
En nombre de esa libertad que entrega con cuentagotas como dádiva divina corta la lengua de los que osan cuestionar su omnipotencia y tiene hasta corifeos que lo loan.
El sastre arrancó las cortinas del Palacio de Miraflores para coser el traje del neolibertador del siglo XXI. Su uniforme debe durar 300 años.