Las brutales decapitaciones grabadas en video por los yihadistas de Estado Islámico (EI) tienen el propósito de aterrorizar a sus enemigos, pero también generan indignación y rechazo entre los musulmanes a los que el grupo dice representar.
El martes pasado, el grupo yihadista divulgó un nuevo video que muestra la decapitación de Steven Sotloff, el segundo periodista norteamericano que corre esa suerte a manos de los combatientes en dos semanas.
El video fue descripto como “repugnante” por Estados Unidos y provocó indignación y miedo generalizados, precisamente el efecto que, según los expertos, el grupo busca generar.
Para Rita Katz, directora del grupo de monitoreo de extremistas SITE, la divulgación de los videos de las decapitaciones de Sotloff y James Foley “tienen un propósito directo desde el punto de vista analítico: la intimidación”.
“El mensaje que transmite la brutalidad de esos videos es «Con nosotros no se juega»”, agregó.
EI asegura que sus miembros son “los únicos «musulmanes verdaderos», y recurre al asesinato y el caos como táctica psicológica para aterrorizar a la gente”, dijo Asma Afsaruddin, profesor del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Indiana.
La decapitación se ha convertido casi en una carta de presentación de EI, que ya usó ese método contra sus adversarios, desde las tropas de Siria e Irak hasta activistas que se opusieron a sus abusos. En las últimas dos semanas, EI también divulgo videos de la decapitación de un soldado libanés y de un combatiente kurdo.
El método fue claramente eficaz para sembrar el miedo: este año, cuando el grupo avanzó sobre Iraq, cientos de miles de personas huyeron aterradas.
La decapitación como táctica yihadista no es algo nuevo: en 2002, los extremistas decapitaron al periodista norteamericano Daniel Pearl en Paquistán. También se convirtió en el método preferido de la filial iraquí de Al-Qaeda, precursora del actual EI, cuando estaba bajo el mando de Abu Musab al-Zarqawi.
Con el ascenso de EI, que rompió vínculos con Al-Qaeda y declaró su propio “califato” en territorios de Siria e Iraq, la decapitación volvió a convertirse en un arma potente.
Katz dice que los videos de esa táctica brutal también sirven a otro propósito alarmante: el “reclutamiento para la yihad” de una minoría radicalizada de musulmanes que se sienten atraídos e impresionados por esos excesos de violencia. “Un peligroso grupo de gente con una visión sombría del mundo interpretó esos videos como una celebración y una muestra de poder”, escribió Katz.
Pero para la mayoría en el mundo musulmán y no musulmán los métodos de EI son fuente de revulsión e indignación. “Las acciones y prácticas de EI, con sus decapitaciones y abusos de las minorías, se contradicen totalmente con el mensaje del islam y las creencias musulmanas”, dijo el jeque Khaldun Araymit, secretario general del Supremo Consejo Islámico del Líbano. “El islam es misericordia, amor y diálogo con los otros. Los horrendos actos de EI no sólo contradicen el islam, sino que lo ofenden.”
Los académicos del islam dicen que no hay ningún crimen para el que se contemple la decapitación como castigo religioso, aunque ha sido una táctica bélica entre musulmanes y no musulmanes en tiempos de Mahoma y también después.
“La decapitación fue una manera bastante común de realizar ejecuciones criminales a lo largo de la historia islámica”, dijo Haider Ala Hamoudi, experto en ley islámica de la Universidad de Pittsburgh. “Es una práctica que se desarrolló entre pueblos que advirtieron que, en comparación, era un método de ejecución mucho menos doloroso que otros.”
La decapitación se sigue utilizando en Arabia Saudita, pero Araymit señala que en ese lugar sólo se usa “después de un juicio en presencia de un juez y cuando no se concede un perdón”.
Miembros de la prestigiosa autoridad religiosa Al-Azhar, de Egipto, han rechazado a EI y calificado sus prácticas como antiislámicas.
En las redes sociales y en televisión, cada vez son más los musulmanes que reaccionan ante las atrocidades de EI. Una usuaria de Twitter, @LibyaLiberty, escribió tras la muerte de Foley: “Quien crea que los musulmanes no condenamos a EI no está escuchando a los musulmanes”.
“Siéntanse libres de repetir esta frase: «Yo soy musulmán y condeno a EI por cortarle la cabeza a la gente, incluida la mía, si pudieran».”