Luego del contundente resultado electoral del 6 de diciembre, cuando la Mesa de Unidad Democrática(MUD) dejó KO a Nicolás Maduro, ahora la estratagema es descalificar legisladores.
El 5 de enero deberá posesionarse la Asamblea Nacional. Allí, el chavismo y su brazo político -el Partido Socialista Unido de Venezuela- perderá fuerza y se esfumará su mayoría calificada.
Luego del reconocimiento de los resultados, Maduro dibujó algunas movidas complicadas de explicar. Una de ellas: ordenar el retorno a los cuarteles de los mandos militares dedicados a tareas políticas o administrativas. Esa lectura todavía resta por hacer en su real proyección.
La jugada más reciente es aquella en la que la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia pretende meter las manos en las urnas para descalificar a legisladores de la oposición en distintos estados.
La MUD advierte que todo apunta a impedir por un acto de fuerza de dudosa y cuestionada ‘legalidad’ que la mayoría calificada se afiance en la Asamblea. Con esa mayoría calificada, algunas expresiones de poder concentrado y abuso de autoridad de parte del chavismo se empezarían a extinguir, pueden venir las fiscalizaciones a los actos del Ejecutivo y alguna reforma que rompa el cerco construido por la revolución bolivariana contra las libertades.
Otro tema que inquieta es, como ocurre cuando gobiernan regímenes autoritarios, populistas y caudillistas, el número de presos políticos. El más relevante de ellos, Leopoldo López, excandidato presidencial, dijo que si Maduro desconoce por la vía de los hechos los resultados electorales del 6 de diciembre habrá que removerlo.
En Venezuela se construyó un sistema donde la fuerza clientelar, las bandas armadas de motociclistas gobiernistas y una justicia donde el poder político ‘metió la mano’ pretenden perpetuar el sistema.
El mundo está vigilante de que se respeten los resultados electorales.