La testarudez y la falta de amplitud para un diálogo hizo que el presidente Lucio Gutiérrez perdiera su última oportunidad para evitar el derrocamiento de su Gobierno y el quebrantamiento de la democracia.
Un cable de la Embajada de los EE.UU. del 15 de abril del 2005, pocos días antes de la caída de Gutiérrez, da cuenta de la frustración que tuvo la diplomacia estadounidense por el manejo poco inteligente de Gutiérrez frente la crisis política que se desató luego de la conformación de la llamada “Pichi corte” y el retorno de Abdalá Bucaram al país.
El telegrama 30902 da cuenta también de las advertencias que los EE.UU. le hicieron a Gutiérrez para que no rompiera el orden democrático disolviendo el Congreso ni abusando de la fuerza pública, “El presidente Gutiérrez perdió la oportunidad de llamar a la conciliación, luego de que la marcha de la oposición, del 13 de abril fracasara”, dice el cable, refiréndose a la marcha que fue liderada por el entonces alcalde Paco Moncayo y que tuvo poca convocatoria entre la población.
Según Kristie Kenney, entonces Embajadora, Gutiérrez en lugar de adoptar un tono conciliador y llamar al diálogo “fue desafiante”. Esto hizo que horas más tarde miles de personas, agitadas por las proclamas del hoy asambleísta Paco Velasco, desde radio La Luna, salieran en la noche a manifestaciones que finalmente lograron desestabilizar al régimen.
Ese día, la Embajada ya reportaba al Departamento de Estado sobre divisiones al interior de las Fuerzas Armadas y criticaba el tono político que habían adoptado algunos oficiales como el jefe del Comando conjunto, vicealmirante Víctor Rosero.
Incluso relata que el jefe del Comando sur de los EE.UU, comandante general Bantz Craddock llamó a Rosero para pedirle mayor profesionalismo y menos politización en su filas.
El cable dice que la declaración del ministro de Gobierno, Óscar Ayerve, quien señaló que la protesta de la mañana había sido “un completo fracaso” hizo que la clase media quiteña se exasperara y saliera a las calles a gritar “fuera Lucio”. Para la noche del 14 de abril la Embajada informaba a Washington que según la Policía habían salido 4 000 personas a protestar. Aquí la diplomática advierte ya sobre el rechazo que estas protestas tenían a la participación de los políticos y narra como el concejero Antonio Ricaurte fue abucheado cuando quiso unirse a una marcha. También califica como torpeza la lentitud del Gobierno para lograr que el Congreso nombrara una nueva corte que no tuviera tanta resistencia.