Oriente Próximo juega un rol central en la geopolítica norteamericana y el ordenamiento de piezas en el tablero planetario.
Tres elementos se entrelazan en el calendario: El retiro de tropas de Estados Unidos de Iraq ; el reinicio de las conversaciones entre Israel y Palestina; y, por último, la amenaza que supone para la comunidad occidental el programa nuclear de Irán.
El gobierno autoritario de Saddam Hussein y la búsqueda infructuosa de los terroristas fundamentalistas de Al Qaeda terminaron costando muchas vidas.
100 000 iraquíes y 4 400 soldados norteamericanos a más de los millones de dólares empleados en la operación militar liderada por EE.UU y sus aliados terminó sin cumplir todos los objetivos.
Queda un Iraq en crisis , destrucción y tierra arrasada. Muchos analistas lo consideran un fracaso militar de la superpotencia mundial. Por eso entre otras razones es importante que ahora el Presidente Obama y la secretaria Clinton tomen las riendas y lideren la mediación para alcanzar la paz definitiva entre Israel y Palestina.
Una paz y convivencia esquiva desde el establecimiento del Estado de Israel en 1948 pero urgente en el reconocimiento de los dos estados que deben dejar de lado diferencias duras por una meta superior: la paz en la región y la estabilidad emocional y económica de sus pueblos.
El tercer elemento del tablero es la amenaza que supone para la paz mundial el rol de Irán. Un gobierno radical y fundamentalista que anuncia un plan nuclear en medio de la desconfianza de Occidente y por cierto de los países árabes moderados que ven la potencial deriva militarista nuclear. Irán, además busca aliados en Sudamérica.