Redacción Mundo, AFP, DPA
Robert Edwards, inglés galardonado con el premio Nobel de Medicina, dedicó su profesión para que millones de personas hagan realidad su sueño de tener hijos. “Lo más importante en la vida”, según sus propias palabras.
A sus 85 años, considerado el padre de la fecundación ‘in vitro’, vio recompensado el trabajo que comenzó a mediados de los años 50 y que, hasta la actualidad, ha permitido a parejas infértiles, en todo el mundo, concebir cuatro millones de niños mediante la revolucionaria técnica.
El inicio del éxito de este científico, logrado en colaboración con Patrick Steptoe, fue el nacimiento de la primera ‘bebé probeta’, la británica Louise Brown, en 1978.
Las investigaciones de este catedrático estuvieron desde el principio rodeadas de polémicas. La misma Iglesia Católica -que criticó la elección del comité Nobel-, de los medios de comunicación, los Gobiernos e, incluso, de la propia comunidad científica.
“Tenemos álbumes enteros de titulares. Cosas como ‘nacimiento probeta: un acto inmoral prohibido por el Papa”, recordó Kay Elder, una de sus colaboradoras en los 80.
Nació el 27 de septiembre de 1925 en la localidad de Batley, Inglaterra, sirvió en el ejército británico entre 1944 y 1948. Estudió biología en Gales, y en Edimburgo (Escocia), donde se doctoró en 1955 con una tesis sobre el desarrollo embrionario de los ratones.
Luego de su primer empleo en el Instituto Nacional de Investigación Científica en Londres, comenzó a trabajar en la Universidad de Cambridge en 1963, donde cinco años más tarde (1968) vio por primera vez de vida creada fuera del útero.
“Nunca olvidaré el día que miré dentro del microscopio y vi algo extraño en los cultivos”, dijo Edwards. “Lo que vi fue un blastocisto humano mirándome fijamente. Pensé: lo conseguimos”, agregó.
Una década después nacía Louise Brown, fruto de la primera fecundación ‘in vitro’ -fecundación de los ovocitos por los espermatozoides fuera del cuerpo de la madre-, en un parto rodeado del más absoluto secreto para escapar al acoso de los medios de comunicación.
En 1980, Edwards y Steptoe fundaron Bourn Hall, la primera clínica de fertilidad del mundo, donde continuaron perfeccionando su procedimiento.
Aunque ha vivido retirado en los últimos años, Edwards no dejó de alentar a los científicos a seguir investigando.