Más allá de la clasificación a los cuartos de final de los equipos sudamericanos en el Mundial y gracias a esa urdiembre de vasos comunicantes que este continente tiene por historia, además de fútbol, es también una pluralidad de lenguas y tradiciones. Para europeos, orientales y asiáticos somos una unidad continental.Octavio Paz sostenía que en las letras no hay un estilo mexicano como no hay un estilo español, peruano o chileno. Los estilos son históricos, nunca han sido exclusivamente nacionales y saltan todas las tapias y fronteras, quería decir que a Rubén Darío se le reconoce como el fundador del modernismo, a García Márquez como el del realismo mágico y si se quiere hablar de la literatura hispanoamericana, Rulfo es fundamental y V. Huidobro el más vanguardista de los poetas latinoamericanos, y así por el estilo.
Por lo tanto, hay mucho que nos une, por eso mismo, Sudamérica ha vibrado como un solo corazón en este Mundial de fútbol, como la pluralidad de lenguaje y de voces que somos. Ya alguien lo dijo, fútbol y literatura son una misma pasión en la búsqueda del juego y la belleza. Camus, cuando era arquero de un equipo en Argelia, recordaba: “la pelota nunca viene por donde uno espera que venga. Esto me ayudó mucho en la vida’ lo que más sé de moral y de las obligaciones de los hombres se lo debo al fútbol”.
La relación fútbol y literatura tiene más años de lo que se supone, aunque hubo una época -antes de los 60- en que los escritores-intelectuales desdeñaban el fútbol. Muchos libros se han escrito sobre el fútbol, antologías.
En Ecuador, escritores como R. Pérez, Iván Egüez, F. Carrión y otros han escrito sobre el tema. La industria editorial futbolera seguirá en ascenso, se escribirán más textos porque en el antes y después de juego suceden cosas dignas de contarse. El Mundial que acaba hoy lo invadió todo y nos hemos dejado llevar, aunque en muchos de nosotros todavía late el frustrado jugador de fútbol.