¿Intoxicación informativa o realidad? ¿Es verdad que los franceses que ganan más de un millón de euros por año comenzaron a exiliarse masivamente para escapar de la inminente reforma fiscal del presidente François Hollande, que prevé una imposición del 75% sobre ese nivel de ingresos?
“Nada es menos seguro y, por el momento, ninguna cifra permite afirmar que hay un éxodo”, afirma Eric Bonnet, director de estudios de la consultora BVA Opinions.
Sin embargo, como sucedió en 1981 cuando François Mitterrand, primer presidente socialista de la Quinta República, ganó las elecciones, algunos sectores políticos e informativos agitan el paño rojo. “El impuesto del 75% sobre los ingresos superiores a un millón de euros por año aún no fue votado y ya produce sus efectos: numerosos altos ejecutivos y dirigentes prefieren instalarse en el extranjero”, tituló el diario Le Figaro, identificado con el partido del ex presidente Nicolas Sarkozy.
Con ese nuevo impuesto, según el diario, “ningún ejecutivo extranjero aceptará vivir en París. Incluso los ingresos de los grandes empresarios podrían verse reducidos a fin de evitarles semejante punción”.
El alarmismo de esas afirmaciones causa estupor en un país de 65 millones de habitantes con más de 10% de desocupación, donde 2,3 millones de personas ganan el sueldo mínimo (1700 euros) y el ingreso promedio se eleva a 2392 euros mensuales.
La nueva “contribución” del 75% afectará en realidad a menos del 0,5% de los contribuyentes, según estimaciones que se manejaban en el Parlamento. La cifra exacta, sin embargo, es un enigma. El primer ministro Jean-Marc Ayrault la estimó en “menos de 3000”. Antes de asumir sus funciones, el ministro de Economía, Pierre Moscovici, calculó que afectaría a entre 7 000 y 30 000 personas. Vincent Drezet, del Sindicato Unificado de Impuestos, eleva la cifra de 15 000 a 20 000 hogares, y precisa que la nueva medida haría entrar en las arcas del Estado entre 200 y 250 millones de euros anuales.
Para el gobierno, no es una cuestión de recaudación, sino de justicia social. “Sobre todo en un país donde los superricos se beneficiaron durante diez años con el famoso escudo fiscal inventado por los presidentes conservadores Chirac y Sarkozy”, señaló el economista Daniel Cohen.
El escudo fiscal, que consiste en limitar al 50% de los ingresos el total de los impuestos que paga un contribuyente, costó el año pasado 735 millones de euros al Estado.
“¿El 75% de fiscalización concierne a poca gente? Es probable. Pero hay que temer un efecto dominó en aquellos que, sin ser superricos, son ricos o aspiran a serlo. Esta sobreimposición lanza un ciclo increíblemente peligroso: los socialistas quieren hacer pagar a los ricos. Mejor sería que trataran de incitarlos a permanecer allí donde son más útiles: en Francia”, advirtió la ex ministra del Presupuesto de Sarkozy Valérie Pécresse.
Suiza, Gran Bretaña y Bélgica fueron tradicionalmente las tierras de exilio fiscal preferidas de los franceses. Un exilio que no data de ahora. La revista suiza Bilan publica regularmente su clasificación de grandes fortunas instaladas en Suiza: 44 franceses exiliados fiscales figuran con un patrimonio acumulado de 30.000 millones de euros.
Ciertos nombres son conocidos, como la familia Peugeot (industria automotriz), Benjamin de Rothschild (banca), Taittinger (champagne y hotelería), Daniel Hetcher (moda), pero la mayor parte son desconocidos. Sin embargo, casi todos fundaron o dirigen grandes grupos franceses: Hermès, Capgemini (informática), Saint-Yorre (aguas minerales), Seb (electrodomésticos) o Moulinex.
El impuesto debe entrar en vigor a mediados de 2013. Pensada como una tasa excepcional, el ministro del Presupuesto, Jérôme Cahuzac, anunció la semana pasada que “el impuesto durará hasta que termine el endeudamiento del país”, previsto para 2017.