La escalada definitiva del conflicto político venezolano es algo que a diario vislumbran tirios y troyanos desde la irrupción de Hugo Chávez. Sin embargo, más allá de la retórica, no termina de irrumpir, ni antes ni ahora, a más de un mes del renacer de las “guarimbas” (barricadas).
La intentona del teniente coronel Chávez de 1992 contra el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez, similar a la que vivió en su contra cuando en 2002 celebraba tres años de su revolución bolivariana, y sus casi diarias denuncias de planes de magnicidio, despuntan como marcadores de “la Venezuela de la era Chávez”, matizada hace un año con el “Capítulo Maduro” de la misma era.
Con uno y otro, la retórica drástica ha sido constante en la Venezuela contemporánea, que suma ya 56 años de vida. Nació con el fin de la dictadura militar en 1958, lo que dio paso a la llamada IV República de democristianos y socialdemócratas y ahora a la V República de la revolución bolivariana.
Durante su infancia, adolescencia, su entrada en la madurez y hasta su cumpleaños 40, esta Venezuela contemporánea fue gobernada por presidentes socialdemócratas y democristianos, alternados en gobiernos que se presentaron como ejemplo de democracia; mientras en el barrio latinoamericano y caribeño se sucedían dictaduras militares, entre el tableteo guerrillero de los 60-70. En sus fiestas de cumpleaños 31 y 34, esta Venezuela presentó síntomas de enfermedad: primero fue una revuelta popular en 1989, sofocada a sangre y fuego -El Caracazo-, y luego una intentona en 1992 de mandos medios, liderados por el entonces coronel Chávez.
Ante las cámaras de televisión, el hasta ese día desconocido comandante de un batallón de paracaidistas admitió un revés castrense con su afamado “por ahora” que luego le dio réditos. Fueron momentos catalogados como aperitivos a la llegada de un plato fuerte servido en 1999, cuando, tras ganar los comicios de diciembre de 1998, Chávez juró ante una “moribunda” Constitución la llegada al poder de su revolución bolivariana, que hizo entrar al país en el siglo XXI vestida con una nueva y flamante Carta Magna, la primera aprobada con votos.
Fue el inicio de una suerte de indigestión para el antichavismo que votó en rechazo a la norma madre, y el inicio de un amplio festín popular para el chavismo. Para el padre de tal revolución, fallecido hace un año víctima de un cáncer que para sus fieles “le fue incubado por el imperio”, y obviamente también para su hijo, Nicolás Maduro, se trata de un proceso histórico y como tal orgánico.
En cambio, para sus detractores no pasa de ser un “poseso” (demoníaco, por poseído) que será superado, extirpado como un tumor detectado a tiempo, cuya cirugía tarda más de lo por ellos deseado. En este blanco y negro la crisis ha sido ineludible. Se ha sucedido en estos 14 años con períodos de relativa calma y otros de mayor efervescencia, siempre en código bicolor, escapando de lo variopinto y clasificando a sus 30 millones de habitantes entre patriotas o vendepatrias, comunistas o libertarios; en definitiva, malos o buenos.
Chávez decía que se trataba de una suerte de limbo entre la maternidad y la funeraria: “Algo que está muriendo, pero no termina de morir, y al mismo tiempo, algo que está naciendo, pero que tampoco termina de nacer”, decía achacándole la premisa al pensador italiano Antonio Gramsci (1881-1937).
Desaparecido el comandante, en marzo de 2013, Venezuela lleva en marzo de 2014 un reanudado período de choques cotidianos entre los llamados a mantener encendida la llama de la revolución y los encargados en extinguirla.
Han sido combates en dos escenarios: en uno donde han empuñado el arma del voto (casi una veintena de elecciones en tres lustros) y el otro el de “la calle”, sea en forma de manifestaciones pacíficas o violentas, estas últimas alzadas sobre las “guarimbas” (barricadas).
El primero registró en abril del 2013 una diferencia a favor del chavismo de poco más de 200 000 votos entre más de 15 millones de electores, rango ínfimo matizado con denuncias de fraude a cargo del candidato antichavista Henrique Capriles. En el otro escenario, el de “la calle”, se registró una decena de muertos tras las presidenciales de hace 11 meses, saldo que las “guarimbas” de febrero y marzo elevó esta semana a una treintena.
Exactamente, un saldo oficial hasta ayer de 31 muertos, 450 heridos y unos 2 000 detenidos (121 de ellos aún en prisión), desde que el 12 de febrero comenzara a levantarse una ola que en Caracas ha sido evidente solo en calles de barrios acomodados e inexistente en los otros. ¿Significa esto que la oposición no existe o está sofocada a la fuerza donde hay pobreza? Pregunta a la espera de respuestas.
Lo cierto es que también entre los más pobres el enojo por la carestía de lo básico y el aumento de precios de los que se logran ofertar se evidenció antes de que se levantara la primera “guarimba”, binomio que prometía convertirse por sí solo en el deseado caldo de cultivo antigubernamental.
Con dos semanas de “guarimbas” a cuestas, Maduro prometió el último día de febrero que resolvería el problema del desabastecimiento, pero advirtió que las protestas no contribuían a ello y que más bien lo agravaba. La escasez de lo básico, incluido el papel higiénico, aumentó desde el año pasado, situación que Maduro atribuyó a “la guerra económica” que denuncia le declararon empresarios y partidos de oposición. Además de escasez, alza de precios: la inflación terminó en 56% el año pasado.
Para aumentar el enojo popular, se apuntó al reconocimiento adicional de personajes del gobierno de que el control estatal de divisas instaurado en 2003 no frenó en el último año un desfalco de 20 000 millones de dólares (más de lo que hay como Reserva Monetaria).
En este contexto surgió el llamado a resucitar las “guarimbas” ya inauguradas contra Chávez en la primera década del siglo XXI. Tres días antes de que se registraran los primeros tres muertos tiroteados el 12 de febrero, el alcalde de Caracas, el líder antichavista Antonio Ledezma, reconoció un riesgo de ruptura en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la alianza de partidos opositores.
“Hay problemas, hay dificultades y eso no se puede negar”, pero se debe “evitar que la sangre llegue al río”, dijo Ledezma, luego de que Capriles admitiera un “proceso de revisión” de su liderazgo. Ha sido evidente la división entre Capriles y Leopoldo López, preso desde el 18 de febrero, acusado de la violencia de las “guarimbas”.
Inseguridad
La tasa de asesinatos aumentó este año
Según el Observatorio Venezolano de Violencia, el 2013 terminó con 25 000 asesinatos, es decir, cada 20 minutos matan a una persona. En los primeros 70 días del 2014 ya se registraron 2 841 homicidios, con lo cual se superó la cifra del año pasado cuando, en el mismo período, hubo 2 576 asesinatos. Uno de los más difundidos fue el de la ex Miss Venezuela Mónica Spear.
Desabastecimiento
La escasez afecta la provisión de alimentos
La escasez de bienes básicos se profundizó el año pasado, hasta el punto de alcanzar un 28% de los productos, según el índice del Banco Central de Venezuela. El Gobierno atribuye esta situación a una “guerra económica”, y anunció que el próximo mes comenzará a funcionar un sistema de abastecimiento, que incluirá una tarjeta para comprar en la red de comercialización estatal.
Recursos
Economía en crisis por los dólares y la inflación
El Gobierno venezolano aplazó otra semana la entrada en vigor del nuevo mercado cambiario, que anunció hace más de un mes, con la idea de controlar el valor del ‘dólar negro’ (70 bolívares por dólar, cuando el cambio oficial es de 6,30). La economía, bajo un férreo control cambiario desde el 2003, soporta una inflación anualizada del 57,3%, la más alta de América Latina.
Sociedad
El respeto a los DD.HH. y la libertad de prensa
Las ONG defensoras de los DD.HH. denunciaron excesos de las fuerzas del orden en las protestas y alertaron sobre la actuación de grupos civiles afines al Gobierno. Desde el inicio de las manifestaciones han muerto 31 personas; hay casi 500 heridos. Mientras que diarios como El Nacional, El Universal… denunciaron trabas en la compra de papel y políticas para afectar la libertad de información.