El tejido diplomático de EE.UU., tras las embarazosas filtraciones de documentos, no va a romperse pero sí habrá que hacer varios, serios y pacientes remendados para que el hilo de la desconfianza no se rompa o enrede las relaciones bilaterales y hasta regionales.
Esta es la percepción que los entendidos intentan proyectar de las posibles consecuencias que la masiva filtración de documentos diplomáticos, a través de Wikileaks, puede causar a EE.UU.
“Dar informes diarios de con quién se reúnen los diplomáticos es la norma en diplomacia. Lo serio es que esos documentos revelen posiciones de altas autoridades contrarias a lo que les dicen a las sociedades de sus países”, dice una fuente que conoce el ambiente diplomático y que por lo polémico del tema prefirió mantener su nombre en reserva.
El que se revele un documento pidiendo saber el estado mental de la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, firmado por la secretaria de Estado, Hillary Clinton, no siempre quiere decir que Clinton lo rubricó.
Para esta fuente “esa parte lo hacen los analistas de inteligencia (no la CIA) del Departamento de Estado. Se ve claramente que ese es un trabajo de inteligencia que va más allá de las responsabilidades de un diplomático”.
Mientras Washington trata de bajarle el nivel de gravedad, la lectura es que el revuelo pasará porque en el mundo de la diplomacia así se hace, aunque quedará flotando en el ambiente esta actitud de “excepcionalismo americano que les hace suponer que porque son EE.UU. pueden hacer lo que quieren”.
Sobre América Latina se ha revelado poco. “Esa historia va a tomar más vueltas, estamos a la espera de lo que se dice de México, Honduras y de otros países para saber si el casi inexistente plan de relaciones internacionales que tiene EE.UU. con la región no se afecta”, dice Martha Escobedo, especialista del Consejo de Asuntos Hemisféricos (Coha).
Refiriéndose a la invitación que el Gobierno de Ecuador está haciendo al director de Wikileaks, Julian Assange, ella fue más escéptica de a dónde este tipo de noticias pueden ir, aunque dejó entrever que esta oferta ecuatoriana podría afectar a la extensión de las preferencias arancelarias “y dañar las relaciones con los republicanos que están por tomar el poder en el Congreso”.
Para Micah Sifry, del Foro Personal Democracy, el que se hayan revelado estos documentos “solo ayuda a la democracia y a transparentar a los gobiernos. Es el público y no los gobiernos los que deben decidir lo que les interesa saber”. La filtración que la prensa la califica como el ‘Cablegate’ va a cambiar ciertas conductas para la diplomacia. Stelian Tanase, un analista rumano, le dijo al canal estadounidense CBS que los “diplomáticos tendrán que aprender a hablar en códigos, usando doble lenguaje y metáforas”.