El líder cubano Fidel Castro, que impulsó la revolución armada durante décadas, reafirmó ayer en su primer acto de masas tras cuatro años de enfermedad, su reconversión en oráculo mundial contra la guerra y la destrucción del ambiente.
Su aparición en la escalinata de la Universidad de La Habana, vistiendo uniforme verde oliva, gorra y gafas de lectura, y ante miles de personas, completa un ciclo de dos meses en su vuelta paulatina a la escena pública.
Tras cuatro años de una grave enfermedad intestinal, Castro reapareció en julio pasado con cortas visitas a centros académicos, encuentros y pequeños actos, hasta llegar al Parlamento el 7 de agosto, por primera vez ante la prensa internacional.
“Llegué a estar muerto, pero resucité”, expresó el ex Presidente de 84 años al diario mexicano La Jornada, en una entrevista publicada el lunes. Simbolismos y alegorías siguieron ese retorno a la escena: primero solo con camisa a cuadros, luego de verde oliva, después uniforme completo sin charreteras militares. De discursos leídos de pocos minutos, llegó a los 45 minutos -saliendo a veces del texto, como antaño- este viernes en la escalinata de la Universidad, en su primer acto de multitudes al aire libre, 65 años después de entrar en ese centro como estudiante de Derecho.Pero el retorno público del hombre que gobernó Cuba 48 años no implicó hasta ahora un regreso al poder. En sus 300 artículos de prensa escritos en convalecencia, sus recientes discursos y entrevistas, no tocó temas locales, pese a conservar el poderoso cargo de primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) y el honorífico de Comandante en Jefe.
“Está cerrando capítulos de su vida, ya no vuelve más a la universidad”, dijo un cubano de 54 años, mientras que otro, de 63 años, no descarta que Fidel esté “reafirmando su vitalidad y posición” en el PCC, ante un eventual Congreso de esa organización en el 2011.
El revolucionario que promovió guerrillas en casi toda América Latina, enfrentó a más de una decena de gobernantes estadounidenses y envió tropas a África en los años 70, dijo recientemente que aceptó por “sacrificio”, en 1962, la instalación en Cuba de los misiles soviéticos, que pusieron al mundo al borde de la guerra nuclear. Ahora Castro, último protagonista de la Guerra Fría con vida, está dedicado, según dijo, a “persuadir” al presidente Barack Obama de evitar una “hecatombe nuclear”, que según él se desatará si Estados Unidos e Israel atacan a Irán.
“La única victoria está en ganar la paz. Hoy enfrentamos dos grandes desafíos: la consolidación de la paz mundial y salvar al planeta del cambio climático”, expresó Fidel ante los miles de universitarios. Castro se refirió a que las potencias atómicas “tienen 25 000 armas nucleares, sin contar las convencionales”.
Según él, el poder destructivo de dichas bombas es 440 000 veces superior al de cualquiera de las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, en 1945.
Tras estar al filo de la muerte, sometido a varias cirugías y llegar a pesar 66 kilos, Castro, actualmente con un peso de 85 kilos, dijo haber retornado a “un mundo como de locos”.
“No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía”, dijo Castro a La Jornada.
Ahora, en otra etapa de su vida, también efectuó en esa entrevista un inesperado “mea culpa” por la marginación en Cuba de los homosexuales en los años 60. “Una gran injusticia”, dijo Castro al referirse a los campos de trabajo en que fueron recluidas esas personas por no responder al modelo revolucionario.
Famoso siempre por su fortalezca física y largas jornadas de trabajo, Castro dijo que aún le quedan secuelas de su enfermedad en las piernas, pero precisó que ya logra caminar 600 pasos sin ayuda ni bastón, a fuerza de una férrea voluntad con la que sostiene su nueva campaña.