Redacción Mundo
El histórico líder cubano, vestido nuevamente de uniforme verde olivo y gorra, se muestra vital y lúcido frente al público. Lo hace cuatro años después de dejar el poder por una enfermedad que según él mismo reconoce “resucitó” de la muerte.Luego de innumerables apariciones ya sea a través de visitas a centros científicos cubanos, reuniones con simpatizantes, paseos por museos y acuarios y largas declaraciones a varios medios de comunicación, Fidel intenta a sus 84 años alertar al mundo sobre una posible hecatombe nuclear y deja de lado los problemas domésticos de Cuba en manos de su hermano Raúl, quien lo reemplazó en julio del 2006.
El viernes último, el ex guerrillero apareció por primera vez en público para hablar ante decenas de miles de estudiantes que se concentraron frente a la escalinata de la Universidad de La Habana, el mismo sitio donde hace más de medio siglo dio sus primeros discursos revolucionarios. Sin insignias militares y con gafas de lectura, Castro advirtió de los “terribles peligros” de una catástrofe atómica si Estados Unidos e Israel atacan a Irán.
Acompañado de su esposa Dalia Soto del Valle, Castro acudió al acto de casi una hora, en el que fue presentado como primer secretario del PCC (Partido Comunista Cubano) y al que no asistió su hermano Raúl, ocupado en enderezar la compleja y grave crisis económica que agobia al país. Ahora Fidel se ocupa de los temas internacionales; rehúye hablar de los presos y disidentes políticos que han sido exiliados a España y de las constantes violaciones a la libertad de expresión en la isla.
El único mea culpa que ha reconocido el ex presidente cubano es la ola homofóbica emprendida por su Gobierno hace cinco décadas cuando marginó a homosexuales y los envió a campos de trabajos forzados agrícolas acusándolos de “contrarrevolucionarios”.