Diez miembros de una familia que murió calcinada el domingo por la explosión de un ducto de combustible en San Martín Texmelucan, en el centro de México, fueron despedidos ayer.
El esposo y sobreviviente de la familia, Jaime Medel Galindo, dio el último adiós a su esposa, sus cuatro hijos y cinco nietos . Un total de 28 personas murieron y 52 resultaron heridas por la explosión que consumió una zona de 5 km.
Al parecer, la toma clandestina en los ductos de crudo habría originado el derrame y la explosión en San Martín Texmelucan, en el estado de Puebla, a unos 140 kilómetros al este de Ciudad de México.
En las primeras horas del domingo el río Atoyac se convirtió en un río de fuego y muerte y consumió lo que estaba a su paso y a lo largo de su ribera: casas, autos y árboles, postes de energía y transformadores, negocios quedaron destruidos.
“Huimos como ratas”, dijo un poblador que logró sobrevivir a la avalancha de fuego y humo que obligó a miles a alejarse del peligro.
Personal de Petróleos Mexicanos (Pemex) determinaba cuándo podría empezar la limpieza del río Atoyac, a retirar el crudo y determinar si su cauce era seguro. De los fallecidos, 12 eran menores de edad y 16 adultos. De los 52 lesionados, 25 ya fueron dados de alta, mientras que 18 víctimas fatales ya fueron identificadas por la fiscalía de Puebla.
Pemex depositó ayer 30 millones de pesos ( USD 372 mil) para indemnizaciones.