Hace dos semanas, el demócrata Joe Biden y el presidente Donald Trump se enfrentaron en un debate cargado de insultos e interrupciones, lo que desagradó a los votantes. Foto: Reuters
Hace cuatro años, las encuestas en Estados Unidos se equivocaron en predecir al ganador de las elecciones presidenciales y podrían volver a equivocarse esta vez, aunque es menos probable.
En las últimas semanas y a partir del primer debate entre Donald Trump y Joe Biden, y del contagio del actual presidente con el covid-19, la diferencia en las encuestas entre ambos candidatos es más pronunciada, dándole la preferencia al partido demócrata.
La página Real Clear Politics publica diariamente un promedio de 14 de las últimas encuestas sobre preferencia electoral que incluye como fuentes a medios y encuestadoras de distintas tendencias pero de alto prestigio. Incluyen a Reuters, Ipsos, el New York Times, CBS, Fox News, The Economist y el Wall Street Journal, entre otros.
Según este promedio, al viernes pasado, la preferencia hacia Joe Biden es de 51,6% frente al 41,9% de Donald Trump.
Es decir, cerca de 10 puntos de ventaja. Al parecer, una diferencia muy difícil de superar. Sin embargo, estas son encuestas del voto popular. En el sistema de elecciones de los Estados Unidos, el candidato que más votos obtiene a escala nacional no necesariamente gana las elecciones.
Esto justamente sucedió hace cuatro años, cuando Hillary Clinton ganó la elección popular por cerca de 3 millones de votos, de un total de cerca de 138 millones de personas que sufragaron en esa ocasión.
De hecho, las encuestas en aquella ocasión la daban como favorita en un 50% frente al 39% de Trump, a pocos días de la elección.
Pero el sistema de elección de presidente en Estados Unidos es diferente y particular. El candidato ganador debe hacerse de la mayor cantidad de electores por Estado.
Como se representa en el mapa inferior, cada estado tiene un número asignado de electores que en total suman 538. Para ganar la elección, el candidato necesita llegar al número clave de 270 electores o más. Por ejemplo, en el 2016, Trump llegó a 306 electores y Clinton se quedó solo con 232.
Ahora, el problema es que en un Estado como la Florida uno de los dos candidatos puede ganar muy apretadamente, por apenas cien o mil votos. Pero si gana, se lleva todos los electores para la suma general. Aún si gana por un solo sufragio.
Por eso en Estados Unidos se puede llegar a ser presidente perdiendo el voto popular. Hay estados tradicionalmente demócratas en las últimas décadas y estados tradicionalmente republicanos. Sobre eso no hay muchos cambios.
Lo importante está en los estados llamados pendulares o bisagra que para esta elección no son más de siete: Arizona, Florida, Pensilvania, Ohio, Carolina del Norte, Michigan y Wisconsin, donde en las elecciones pasadas ganó Trump.
Estos estados en algunas elecciones votan hacia los demócratas y en otras hacia los republicanos.
La solución sería evidente: fijarse en las encuestas dentro de estos estados y predecir cuál será el ganador. El problema es que en algunos de estas jurisdicciones justamente las encuestas fallaron en su predicción en la elección del 2016.
Real Clear Politics, para esta elección, le da a Biden una ventaja de más de cinco puntos porcentuales en Michigan, Winsconsin y Pensilvania, incluso en Arizona.
Con estos cuatro estados, Biden saldría ganador. Mientras que en estados como Florida o Carolina del Norte, donde Trump no puede perder si quiere reelegirse, las encuestas dan un empate técnico o incluso cierta ventaja a Biden.
¿Podrían repetirse los errores de hace cuatro años en la predicción de estos estados pendulares que definieron la elección a favor de Trump?
Para el profesor en comunicación política de la Universidad de Kansas David Guth, es poco probable. En primer lugar, porque en las elecciones pasadas, si bien las encuestas a escala nacional no se equivocaron porque Clinton ganó el voto popular, los pronósticos en los estados sí sufrieron inexactitudes al no ser tan cuidadoso y precisos.
En entrevista con este Diario, Guth cree que esas encuestas estatales ahora tienen un mejor muestreo y precisión por lo que difícilmente tendrán los márgenes de error que tuvieron hace cuatro años.
Guth añade que Trump ha cometido varios errores durante este año, no únicamente desde que contrajo la enfermedad del covid-19, sino en cómo manejó la pandemia al minimizarla en un inicio.
Este error se ha proyectado entre muchos electores como un descuido que además de cobrar miles de vidas, provocó un duro revés económico para la nación.
Adicionalmente, Trump ha perdido el respaldo de muchos adultos mayores en la Florida (estado caracterizado por su alto número de jubilados) ante declaraciones de que reduciría los impuestos que sostienen sus beneficios sociales y de salud.
Por ello, el catedrático originario de Maryland cree que será muy difícil para Trump alcanzar a Biden, aunque no descarta que puedan existir sorpresas de último momento.
El experto en Estadística y Analítica Avanzada Raúl Fernández destaca que los errores en las elecciones de Estados Unidos en el 2016 han sido un caso de estudio en decenas de universidades del mundo.
Fernández, que además tiene un master en Ciencia de Datos de la Universidad de Edimburgo en el Reino Unido, explica que estas encuestas presentaron tres importantes errores.
El primero fue que las muestras por estado no fueron bien diseñadas. Una muestra es una representación de una población mayor que en estadística sirve para identificar parámetros, datos o indicadores.
Fernández explica que estas encuesta no representaron adecuadamente a las poblaciones de los estados donde finalmente ganó Trump.
En segundo lugar, las muestras no consideraron otros subniveles de la población como el género, nivel de educación y nivel laboral, lo que se tradujo en sesgo e imprecisión.
Finalmente, las muestras por estado eran muy pequeñas y por ello los márgenes de error fueron significativos.
Para estas elecciones, expertos en política, estadística y matemáticas reunidos por la revista The Economist y encabezados por Andrew Hertman de la Universidad de Columbia hicieron una predicción no en base a encuestas sino tomando en cuenta cómo se comportaron los estados en elecciones pasadas, el big data de las poblaciones y las redes sociales.
Según el modelo, Biden tiene el 92% de probabilidades de ganar la elección frente al 8% de Trump. Pero no hay un método infalible de predicción.