Eliécer Cárdenas: ‘Escribir a máquina me inspira’
Desde el exterior de la oficina del escritor cañarense Eliécer Cárdenas se escucha el sonido de las teclas de su máquina de escribir. Tipea velozmente y solo usa sus dedos índices.
El de su mano derecha se mueve por todo el teclado, da espacio, pone tildes y diéresis si es necesario. El de la izquierda solo aplasta las teclas de A, Q y Z y una que otra que esté alrededor.
Junto a su máquina tiene un paquete de papel periódico. Es su reserva para cuando termina una página. Se concentra, hilvana ideas y tipea. Su oficina está en el Centro Histórico de Cuenca, donde el tráfico es caótico y genera ruido, pero no lo distrae. Son él y su máquina, y el sonido de las teclas que le permite concentrarse.
¿Por qué la computadora no ha desplazado a su máquina de escribir?
La única forma de que me sienta inspirado es con mi máquina de escribir, a veces también lo hago a mano. En realidad se me bloquea la mente cuando trato en una computadora. Hay algo en la pantalla del computador que me inhibe y, para ser sincero, no me surge la inspiración. Sencillamente no fluyen las ideas. Pero sí sé utilizarlas.
¿Qué le atrae de las máquinas que no las puede dejar?
Es definitivo: me atrae la percusión de sus teclas cuando pegan en el tambor y deja la letra en el papel. El ruidito siempre me ha acompañado desde mis 15 años, cuando empecé como escritor. Es una suerte de adicción.
Es su musa inspiradora...
Me produce más placer escribir a máquina o a mano.
¿Tiene una favorita?
La que funcione y he tenido un montón. Las de marca Brother son las mejores con las que he trabajado. Lo importante es que la cinta no esté muy desgastada.
¿Sus 18 obras (cuentos, novelas y obras de teatro) fueron escritas a máquina?
No precisamente. En principio todas fueron a mano. Luego las pasé a máquina de escribir y, en algunos casos, las transcribo en computadora para las editoriales. Todo este proceso es importante para mí. Este tránsito me ayuda a corregir, lo primero que sale puede tener muchos errores o vacíos y se va depurando. A mi modo de ver, no es importante el soporte en el que esté la escritura.
Lo importante es que el resultado no cambie.
Lo bueno es que cuando el lector tiene en sus manos el libro no se sabe si fue redactado a mano, en una máquina de escribir o en una computadora (risas).
¿Varios escritores en el mundo tienen esta práctica?
Está el famoso escritor estadounidense Paul Auster, quien dijo que aún utiliza una máquina de escribir. Lo mismo ocurre con el español Javier Marías, quien confesó que no puede vivir sin su máquina. Me uno a este selecto club, sin compararme con ellos.
¿Considera que tiene una suerte de tecnofobia?
No lo creo. A mi modo de ver lo mío es una fidelidad al pasado, a mi pasado.
¿Por ese pasado también evita usar teléfonos móviles?
Interrumpen mis reflexiones. Odio que esté en cada momento el sonidito del teléfono celular. Pero si hay una emergencia, evidentemente es importante.
¿Qué hace cuando tiene una emergencia y necesita hacer una llamada?
Pido un teléfono celular a algún conocido. Pregunto si el teléfono tiene saldo y llamo. No abuso.
¿No utilizar estos aparatos es como estar fuera de un mundo vertiginoso que depende de la tecnología?
Puede ser. Pero no creo que he abandonado la tecnología sino que no me he dejado obnubilar por esta. Lo importante es un manejo responsable de la tecnología y cada cual puede vivir como mejor le parece, siempre y cuando no haga daño a los demás.
¿Dónde guarda los archivos de sus trabajos?
En la computadora de mi casa. Pero también tengo los archivos físicos escritos y los que transcribo en la máquina de escribir. A mí no me pasa lo que a otros, que cuando se les daña la computadora pierden hasta los recuerdos.
Es editorialista de diario El Tiempo (Cuenca), ¿cómo escribe y envía los artículos?
En máquina de escribir y los envío por fax al periódico y allá se encargan de transcribirlos. No he tenido problemas, los directivos de El Tiempo respetan mi decisión de escribir los artículos a máquina y que se los envíe en papel.
¿Qué pasaría si le obligasen a escribir obras o artículos en una computadora?
Si fuese una imposición sería una violación a los derechos humanos. Sería coartar la libertad de elección. Si nos obligan a hacer cosas que nos incomodan, pues violan nuestros derechos.