EE.UU. busca asegurar continuidad de guerra antinarco en Centroamérica

El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reúne este martes en Honduras con los gobernantes de Centroamérica para asegurar alianzas en la guerra contra el narcotráfico, frente a una creciente frustración por la imparable violencia que desangra a la región.

Bajo estrictas medidas de seguridad, Biden llegará a Tegucigalpa hacia las 10:00 locales (16:00 GMT) tras visitar México, en momentos en que Centroamérica se cuestiona la efectividad de una estrategia antidrogas impulsada por Estados Unidos, basada en la represión y persecución.

El presidente de Guatemala, Otto Pérez, aprovechará la cita para presentar su propuesta de abrir el debate sobre nuevas formas de enfrentar el narcotráfico, incluida la despenalización de las drogas, y llevar una posición común a la Cumbre de las Américas que se celebrará en abril en Cartagena, Colombia.

Estados Unidos propugna una lucha frontal que se paga con decenas de miles de muertos, pues cerca del 90% de la la cocaína consumida en ese país pasa por México y Centroamérica, hoy la región más violenta del mundo con 33 homicidios por cada 100 000 habitantes, según cifras de la ONU.

El lunes en México -donde esa guerra dejó 50 000 fallecidos en un lustro-, Biden descartó toda posibilidad de que el gobierno de Barack Obama modifique su política antidrogas.

Sin embargo, consideró legítima la discusión impulsada por Guatemala, pero basado en la óptica estadounidense de que ese debate dejará ver que “ hay más problemas con la legalización que con la no legalización ” de la droga.

Aunque los presidentes de Panamá, El Salvador y Honduras expresaron su rechazo a una despenalización, se mostraron, igual que Costa Rica y Nicaragua, abiertos a un debate. Todos, según Tegucigalpa, confirmaron su asistencia a la cumbre.

“Yo ya fui muy claro: no estoy de acuerdo con la despenalización de la producción, tráfico y el consumo de la droga, porque eso convertiría a la región en el paraíso del consumo (...); existen otras medidas que podemos poner en práctica en forma coordinada”, dijo el lunes el presidente salvadoreño Mauricio Funes.

Centroamérica y México son blanco de presiones de Washington para que se redoble la guerra antinarco; mientras, por su lado, la región reclama a Estados Unidos, principal consumidor de drogas del planeta, más cooperación, que combata la demanda y el tráfico de armas.

“Es poco inteligente que Estados Unidos rechace el debate de despenalización. Cuando hay una guerra se debe empezar a discutir cómo acabarla. Trasladarla al sur es muy cómodo para ese país, donde entran cientos de miles de kilos de coca y no se captura a nadie”, comentó el analista guatemalteco Danilo Parinello, ex ministro de Gobernación, a la AFP.

Estados Unidos está “empujándonos a una guerra que no nos corresponde (...) la política de persecución ha fracasado, como se ha visto en México”, dijo a AFP la salvadoreña Jannet Aguilar, experta en temas de violencia de la Universidad Centroamericana (UCA).

En lo que se ha considerado una “ mexicanización ” de Centroamérica, tras la ofensiva que emprendió el gobierno de Felipe Calderón en 2006, los carteles de la droga han desplazado sus operaciones a la región y aliado con las violentas pandillas locales, sembrando el terror.

La reunión de los centroamericanos y Biden tiene lugar justo en el país que ostenta el triste récord de violencia con 85 homicidios por cada 100 000 habitantes. Sus vecinos, El Salvador, tienen una tasa de 65, y Guatemala de 41.

La violencia en el llamado “Triángulo Norte” supera a la de México (tasa de 18) y su respuesta ha sido militarizar la seguridad pública.

En junio pasado, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, estuvo en Guatemala en una cumbre que concluyó con un plan de acción común y promesas de aportes internacionales por 2 000 millones de dólares, la mayoría créditos.

En Tegucigalpa se dará seguimiento de la llamada Estrategia de Seguridad de Centroamérica, cuyos primeros ocho de 22 proyectos apenas están por iniciar.

Mientras, la metástasis del narcotráfico avanza rápido y ha infiltrado policías, fiscales, jueces, todo en un explosivo cóctel, donde a la crisis de inseguridad se suma la pobreza que sufre la mitad de los 45 millones de centroamericanos.

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