‘Vos te vas, pero tu legado permanece”, dice uno de los carteles pegados en las vallas que rodean la Casa Rosada. Las escenas de dolor se repiten por miles hasta a 15 cuadras de distancia.
Varios son los aspectos que han influido para que los argentinos lloren su muerte: el crecimiento económico que vivió el país, la recuperación de la figura presidencial venida a menos, la recuperación de una Corte Suprema. Pero también el enfrentamiento con lo consideran “los grandes poderes corporativos”.
“En mis 52 años de vida, jamás vi a un Presidente que hiciera tanto por la gente y que enfrentara a todos. (El ex presidente Raúl) Alfonsín no pudo soportar finalmente los golpes, pero este hombre siempre iba de frente y se peleaba con el que tenía que pelear”, dice Roberto Greco, uno de los miles que aguardaba en una fila para rendir su homenaje.
“No olvidar” fue otra de las consignas que la gente desplegó en estas jornadas fúnebres. Ahí quizá radique uno de los grandes méritos que hará que se lo recuerde por muchos años: la memoria. La bandera que más enarboló fue la causa de los derechos humanos y la revisión del pasado. Al dejar sin efecto las leyes de amnistía, obediencia debida y punto final, los militares acusados de delitos de lesa humanidad comenzaron a ser procesados nuevamente.
“Nunca hubo un Presidente que nos recibiera, nos escuchara e hiciera tanto por nosotros”, decía con lágrimas en los ojos Taty Almeida, presidenta de Madres de Plaza de Mayo (línea fundadora). Aunque hay quienes han dicho que Kirchner usó el discurso de derechos humanos para fortalecer su capital político, que apenas era del 22% del electorado cuando llegó a la Presidencia.Según el columnista Fernando Laborda, de diario La Nación, “para vastos sectores de la sociedad fue importante la reivindicación de la bandera de los derechos humanos, sobre todo porque las medidas de pacificación que se tomaron, sobre todo en el gobierno de Raúl Alfonsín (obediencia debida y punto final), eran para garantizar la gobernabilidad. Reabrir causas de derechos humanos no es objetable, pero sí puede cuestionarse que no midió con la misma vara a otros delitos de lesa humanidad cometida por la guerrilla”.
Este mirar al pasado fue algo de lo que se cuestionó a los Kirchner. No son pocos, desde los sectores de la derecha extrema, que han calificado a este Gobierno como ‘de montoneros’.
Quizá sea cierto. Hay ex miembros de esa agrupación que están en el gobierno. Néstor y Cristina militaban en la década de los 70 en la Juventud Peronista, germen de la guerrilla montonera. Pero, al menos, según la explicación de un ex miembro de esa agrupación a EL COMERCIO, Alberto Linares, “los tiempos han cambiado. No puedo decir que tengan la misma bandera de los grupos montoneros ni mucho menos, pero es la representación de los años 70, reivindica los ideales gloriosos de los jóvenes de los 70 que creíamos que estaban prácticamente cancelados de la política”.
Néstor Kirchner dejó de existir como uno de los grandes líderes que conoció el país. A tal punto que no son pocos los que dudan que, después de Juan Domingo Perón y Evita, es el mejor político que ha dado el país.
“Devolvió al país la discusión política”, dijo el diputado M. Sabatella, a la salida de la Casa Rosada.
Hay un hecho destacable de la manifestación popular alrededor de la Casa Rosada. No es solamente la posibilidad de despedir a Néstor, sino que se trataba también “de acompañar a Cristina para que no se sintiera sola”, coinciden varios ciudadanos.Es que el sentimiento de soledad que la Presidenta debe sentir por la ausencia de su compañero de vida y de política, de más de 30 años, está también “la construcción del aparato, el hombre del verdadero poder. Ella era más una figura y lo que le va a faltar a Cristina es ese hombre que supo manejar muy bien al partido peronista. Ella no es caudillo, pero él sí lo era. Era el estratega de todo esto”, reflexiona el analista Pablo Mendelevich.
“Este proyecto (kirchnerista) se enfrentó a los poderes más grandes. Nadie lo había podido hacer desde la época de Perón. Néstor es el estadista que, después de Perón y Evita, más ha transformado la realidad política y social de Argentina”, analiza Linares.
Para Laborda, “todavía es difícil hablar de si hay un legado, porque eso es lo que va a definir la historia más que los análisis periodísticos. La gestión de Kirchner tuvo luces y sombras. Sería equivocado negar que tuvo aciertos”, dice.
Néstor Kirchner deja Argentina en manos de su esposa, Cristina, con quien formaba un dueto político desde los años 70. Tal ha sido su unión que difícilmente se puede pensar uno sin otro, más aún en la incertidumbre del panorama político. “Lo que se viene es una disputa despiadada dentro del Partido Justicialista (peronista) y hay que ver su verdadera capacidad de manejar una interna, que quien sabía controlarlo efectivamente era Néstor. No hay otra figura en el kirchnerismo que pueda igualarlo en ese sentido”, añade Mendelevich.