Cuatro diarios y un semanario se ganaron el privilegio o la pesadilla de tener en sus manos la más masiva filtración de secretos de la diplomacia estadounidense.
Ahora estos reciben las alabanzas por su valentía de revelar los entretelones de la política extranjera de EE.UU. o el rechazo por la cobardía de poner a la seguridad del mundo en peligro.
Estos diarios (The New York Times de EE.UU., The Guardian de Gran Bretaña, Le Monde de Francia, El País de España y el semanario Der Spiegel de Alemania) ayer abrieron páginas con detalles reveladores, aunque no explosivos ni de extrema seguridad.
Todos aseguran que solo se pusieron de acuerdo para la fecha de la primera publicación y que del resto dependerá del interés de cada medio.
Además, niegan que hayan pagado algún valor económico por obtener los documentos. Los editores dieron sus explicaciones a los lectores a través de sus espacios editoriales o de entrevistas digitales del porqué publicaron y continuarán publicando, incluso por varias semanas, lo que WikiLeaks, organización mediática sin fines de lucro especializada en obtener documentos secretos, les entregó.
“Se trata de un material que aporta novedades relevantes sobre el manejo de asuntos de gran repercusión mundial, como el programa nuclear de Irán, las tensiones en Oriente Próximo, las guerras de Iraq y Afganistán y otros conflictos en Asia y África”, fue entre otras razones que esgrimió El País.
Ayer en conversación con los lectores el director de ese diario español, Javier Moreno, dijo que “se ha primado el derecho de los ciudadanos a disponer de información veraz y relevante sobre asuntos públicos de interés general. Los periódicos tenemos muchas obligaciones. Entre ellas no se encuentra el proteger a los gobiernos, y al poder en general, de situaciones embarazosas”.
En ese mismo tenor fue la nota a los lectores que expuso The New York Times. “Creemos que los documentos sirven a un interés público, iluminando los objetivos, los éxitos, los compromisos y frustraciones de la diplomacia americana de una forma no convencional”. Lidiar con información clasificada, dice The New York Times “es raramente fácil y nunca es tomada a la ligera. Los editores hacen un balance del material sopesando los peligros potenciales para los intereses nacionales”.
La nota de la redacción del matutino The Guardian resalta que WikiLeaks no les reveló la o las fuentes de donde obtuvo los documentos ni participó en la redacción o edición de las publicaciones en los diarios.