Saber Abd El Mawgoud comenzó su carrera castrando ovejas y cabras, antes de pasar a los seres humanos. Su primer experimento fue con un niño que intentó circuncidar en 1999 ante la insistencia del padre.
El niño murió a los pocos días de una infección posoperatoria, cuenta Mawgoud, de 67 años y oriundo de la provincia de Al Monofiya, 60 kilómetros al norte de El Cairo.
Mawgoud continuó ejerciendo como cirujano, con la asistencia de una enfermera durante algunos años y luego solo. Pronto comenzó a operar sobre todo a niñas. “Después de mi mala experiencia con la circuncisión de varones, me especialicé en la mutilación genital femenina y realicé miles de operaciones. Algunas murieron, especialmente cuando había epidemias”.
“Más de una vez me enfrenté a los tribunales, porque los padres me denunciaban, pero me liberaban después de pagar una multa por ejercer sin licencia”, explicó. Al final, padres terminaban admitiendo que habían aceptado que este curandero realizara la operación.
En el 2010 la cantidad de cirugías que practicaba cayó, cuando el Ministerio de Salud lanzó una campaña educativa para que la población acudiera a personal médico y no a curanderos. Solo entonces Mawgoud comprendió que venía operando a las niñas de una manera incorrecta, cuando una paciente sufrió una gran hemorragia y su padre la llevó al hospital.
Sin embargo, Mawgoud no tiene reparos. “Los padres mutilan a sus hijos por costumbre. Se considera apropiado que lo hagan, para evitar la desgracia de los padres cuando sean ancianos”, señaló. Pero reconoce que no operó a sus nietas. Les pidió a sus madres que las llevaran a un hospital, por temor a hacerles daño.
Efectos irreversibles
La ablación es perjudicial en muchos aspectos, según la médica El Naglaa Shabrawy, jefa del departamento de Obstetricia y Ginecología de la Facultad de Medicina Al Azhar.
“Es una costumbre tradicional de nuestra sociedad ignorante. Se remonta a la era de los faraones y no tiene beneficios de salud ni ningún tipo de fundamento religioso en el islam”, aseguró. En cambio, supone el riesgo de muerte debido a hemorragias e infecciones.
Otros problemas son de índole psicológica. “Puede afectar las relaciones sexuales y causar problemas que duran toda la vida”, afirmó. La mutilación provoca apatía emocional en las mujeres debido a que se corta parte de un órgano.
Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), más de 125 millones de niñas y mujeres sufrieron algún tipo de mutilación genital en 29 países de África y Oriente Medio. Treinta millones de niñas más corren el riesgo de padecerla en las próximas décadas.”En Egipto, el apoyo general a la mutilación genital femenina está disminuyendo y la práctica se reduce lentamente”, según Shabrawy.
La eliminación es lenta
Pero el descenso ha sido mínimo en este país de 83 millones de habitantes.La prevalencia disminuyó de 76% en el 2005 a 74% en el 2008 para las niñas de 15 a 17 años.
“Se requieren esfuerzos colectivos para avanzar hacia la eliminación de esta práctica nociva”, opinó la especialista. De hecho, las mutilaciones continúan a pesar de que fueron prohibidas en el 2007, cuando una niña de 11 años murió en una clínica privada mientras se sometía a la operación.
La ley prevé hasta tres años de cárcel por desfigurar y dañar el cuerpo humano. La Encuesta Demográfica y Sanitaria de Egipto, realizada en el 2005, indicó que las familias pobres de las zonas rurales son las más propensas a la práctica.
La encuesta indica que 80,7% de las jóvenes de 15 a 19 años habían sido mutiladas, y esa proporción aumenta a 87,4% entre las mujeres de hasta 24 años. Menos de dos de cada 10 jóvenes se salvan. La ablación “consiste en seccionar cuatro zonas de los genitales externos de la mujer. Una de ellas (el clítoris) es la principal responsable de la sensibilidad durante el coito, y su ausencia causa problemas maritales”, explicó Shabrawy.
Las víctimas de ablación han reportado que también impide el placer sexual, y el coito con frecuencia termina en dolor y secreciones vaginales, además de tensión emocional.
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