El gobierno de Raúl Castro anunció nuevas medidas tendientes a enfrentar la difícil situación económica y social que vive Cuba. Ayer, publicó un listado de precios minoristas para tiendas de ventas a campesinos privados de utensilios para sus faenas, que antes solo podían recibir del Estado.
La Gaceta Oficial publicó una resolución del Ministerio de Comercio Interior que subraya se trata de productos “que satisfacen los requerimientos de la producción agrícola” y que se venderán a los granjeros en pesos nacionales.En Cuba circula el peso nacional y el de divisas, llamado CUC, que vale 24 unidades del primero. Los pocos utensilios que se vendían hace algunos meses para campesinos individuales tenían precios en CUC.
Las autoridades cubanas comenzaron hace dos años transformaciones en la agricultura, destinadas a aumentar la producción de alimentos y a reducir una factura por importaciones al país por unos USD 2 000 millones anuales de esos productos. Una de las medidas fue entregar en usufructo tierras del Gobierno a campesinos privados, que ahora necesitan abastecerse para explotarlas.
“Entre las ofertas anunciadas para la venta se prevén azadas, limas y machetes, cubos, cántaras, mangueras y electrodos, mallas y alambre de púa, clavos y grapas, bombas de agua manual y otros enseres”, dijo la Gaceta Oficial.
Otras mercancías a disposición son máquinas, arados, gradas, remolques, cultivadoras, carretas y molinos de viento.
Ayer se conoció, asimismo, que Cuba dejará emerger una nueva clase de pequeños empresarios, pero los recibiría con una carga fiscal de 35%, que podría inhibir la iniciativa privada en un país donde hasta hoy la mayoría jamás ha pagado impuestos.
La política fiscal, esbozada en un documento del gobernante Partido Comunista al que la agencia Reuters tuvo acceso, determinaría en gran medida el éxito del plan del presidente Raúl Castro de eliminar 500 000 empleos públicos en apenas seis meses y transferirlos al sector privado.
“Se estima una carga fiscal entre un 30 y un 35% respecto de los ingresos brutos que generan esos trabajadores, así como una utilidad entre el 20 y 25% en relación con dichos ingresos”, decía el texto titulado ‘Información sobre el reordenamiento de la fuerza de trabajo’. La introducción de impuestos es un desafío para Castro, que busca resucitar la economía sin desviar a Cuba del socialismo.
La recaudación tributaria será fundamental, por ejemplo, para seguir financiando servicios emblemáticos como la salud y la educación gratuitas. Según el documento, el Gobierno cubano espera aumentar más de un 400% la recaudación fiscal en el aún diminuto sector privado, que el año pasado aportó apenas un 1% de los ingresos tributarios.
Pero economistas advirtieron que una excesiva carga fiscal podría asfixiar a los futuros empresarios. “Un peso fiscal de 35% en un país tan pobre como Cuba es un muy mal uso de recursos”, dijo Ian Vásquez, del Cato Institute en Washington. “Si la meta es estimular la economía privada para que haya crecimiento y aumentar los ingresos, los impuestos tienen que bajar y ser simplificados”.
Según el documento del Partido Comunista, los 250 000 nuevos empresarios privados tendrán más libertad de acción que los protagonistas de un limitado experimento realizado en la década de 1990, en respuesta a la crisis postsoviética. A cambio deberán pagar impuestos sobre los ingresos y las ventas, además de un aporte a la Seguridad Social.
El texto propone un impuesto a la renta de entre un 10 y 40% sobre los ingresos, según la actividad. Los más gravados serían los productores de alimentos y transportistas, con un 40% de sus ingresos. Les siguen artesanos y constructores, con un 30%; servicios personales y artísticos con un 25%; alquileres de apartamentos con un 20%; y una categoría de “otras actividades” con 10%. Los aportes a la Seguridad Social serán del 25% de los ingresos para todo el mundo. El documento no aborda otros asuntos cruciales, como por ejemplo, el mecanismo de acceso a las materias primas, que el Estado importa y vende.