Una noticia buena y una mala. Así sintetiza Gabriel González, investigador del Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (Cigiden) la conclusión que deja el terremoto de 8,2 que sacudió el martes el norte de Chile.
La buena noticia es que no se produjo el peor escenario esperado para el norte grande, que predecía un gran terremoto de 8,8 a 9 grados a lo largo de la laguna sísmica de Iquique, una zona que se extiende desde el norte de Arica hasta Mejillones y donde no se registraba un terremoto de gran intensidad desde 1877. El terremoto “segmentó esta gran zona de silencio sísmico en tres partes y rompió cerca de un tercio de su extensión”, explica González, también académico del Dpto. de Ciencias Geológicas la U. Católica del Norte (UCN).
[[OBJECT]]
La mala noticia es que “los segmentos al norte y sur del área afectada no se han deslizado y tienen un alto potencial de hacerlo en un futuro, quizás, cercano”, agrega. Es decir, aún se esperan terremotos desde Camarones al norte y entre Iquique y Mejillones.
Si bien no es posible predecir cómo será la liberación de la energía acumulada en esas áreas, González señala que el escenario más auspicioso sería que la zona continúe rompiéndose por partes.
Señala que aunque es imposible saber si será así, “para hacerse una idea, se necesitarían cuatro terremotos más de 8,2 para llenar toda la brecha que hubiera liberado un sismo de 8,8 a 9 de magnitud”.
Coincide con esta apreciación el geofísico Gonzalo Yáñez, director del proyecto Fondef Amenaza Sísmica del Norte de Chile, de la U. Católica. “El segmento que se rompió es de alrededor de un tercio de la extensión de la laguna sísmica y la falla tectónica se desplazó del orden de 5 a 7 metros, no los 10 que se anticipaban”. Esto, agrega, hace pensar que si se activan los segmentos hacia el norte y el sur del área afectada “puede ser con terremotos importantes, pero no tremendamente grandes. Tal vez serían como el de esta semana”.
[[OBJECT]]
Raúl Madariaga, profesor de geofísica de la École Normale Supérieure de París, dice que era poco probable que se produjera un sismo magnitud 9 en la zona, ya que estos tienen lugar cada 300 años y la laguna sísmica era menor a 150 años.
Calcula que para que ocurriera un terremoto de esas características habría sido necesario un retraso en el desplazamiento de la placa de al menos 30 metros y lo que su equipo ha calculado no supera los cinco metros desde 1877.
Si hubiera que comparar este terremoto con alguno precedente, Madariaga menciona el de julio de 1995, que tuvo una magnitud de 8,2 y que se produjo por una ruptura en el mar frente a Antofagasta. Claro que los daños allí fueron mayores. “Lógico porque ahora se construye infinitamente mejor. No hubo daño en grandes edificios pero sí incendios”, comenta.
“Fue un evento moderado en comparación con los que hemos visto en el último tiempo”, sostiene Marco Cisterna, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso.
[[OBJECT]]
[[OBJECT]]