Dilma Rousseff (c), expresidenta de Brasil, habló el 31 de agosto frente al Palacio de Alborada, en Brasilia. Dijo que se ha consumado un “golpe de Estado”. Foto: EFE
Fue la crónica de una destitución anunciada. El 31 de agosto, con 61 votos a favor y 20 en contra, el Senado de Brasil finalmente separó del presidencial Palacio de Planalto a la ahora exmandataria Dilma Rousseff. Y, de paso, puso fin a 13 años y meses del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) en el poder del gigante sudamericano.
Lejos quedaron los días del milagro socio-económico que inició el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), padrino político de Rousseff, que sacó a 29 millones de personas de la pobreza y al país del mapa de hambre de la ONU.
Los senadores, no obstante, tuvieron una dosis de conmiseración con la exguerrillera de 68 años y no declararon la muerte política de esta, pues no aprobaron la inhabilitación para ejercer cargos públicos durante ocho años. No obstante, como reseñó el portal del diario brasileño O Globo, la exjefa de Estado anunció que apelará su salida en todas las instancias posibles, entre ellas el Tribunal Supremo Federal, la más alta corte del país.
No solo eso: poco después de ser destituida, Rousseff aseguró que seguirá “luchando”. Además, anunció una enérgica oposición frente al gobierno de su exaliado político Michel Temer, quien el 31 de agosto prometió abrir una “nueva era” durante el período que le queda por completar hasta 2018 y tras la destitución de Rousseff.
“Hoy inauguramos una nueva era de dos años y cuatro meses. Tenemos que salir de aquí con un aplauso del pueblo brasileño”, dijo en la primera reunión con su Gabinete Ministerial, tras asumir la Presidencia de Brasil en el mismo Senado que destituyó a su exaliada.
El voto del 31 de agosto cerró una sangría política que desde hace nueve meses mantiene en vilo a la mayor economía de América Latina, en vías a su peor pérdida de riqueza en 80 años y que tiene a los principales partidos embarrados en causas de corrupción.
Y fue un final trágico para la primera mujer que llegó a la Presidencia de Brasil, suspendida el pasado 12 de mayo, luego de ser acusada de violar las normas fiscales de Brasil.
Las maratónicas deliberaciones en el Senado reflejaron más una rabia por la gestión de Rousseff que por los crímenes por los que fue condenada.
“61 senadores sustituyeron la voluntad expresa de 54,5 millones de votos. Es un fraude contra el que vamos a luchar en todas las instancias posibles”, afirmó Rousseff.
Un Estado en seria crisis
Pero, ¿cómo queda Brasil al cabo de la prolongada gestión del PT? En un escenario intrincado, pues atraviesa la peor recesión en décadas y está golpeado, además, por una alta inflación, el desempleo y un enorme déficit de USD 45 000 millones.
Adicionalmente, el Fondo Monetario Internacional prevé en su último informe una contracción del 3,3% del Producto Interno Bruto brasileño para este año.
El escenario se vuelve más opaco para el país ahora gobernado por Temer, si se pone sobre el tapete un índice inquietante: ocupa el lugar 76 del Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, entre un total de 168 naciones.
En medio de ese coctel de crisis económica, inflación y corrupción endémica, Brasil es un caos, según analistas. Pero aun así, con sus problemas, atrae a la inversión extranjera.
El nombre de Temer también saltó en las revelaciones en torno al megaescándalo de corrupción en Petrobras, en varias delaciones hechas por acusados que buscan reducir sus condenas penales.
El exvicepresidente niega cualquier vinculación con la trama y la justicia nunca ha presentado cargos contra él. También necesitará de gran habilidad para hacer alianzas en el fragmentado Parlamento, mientras carga con la sombra de “ usurpador ” .
Por otro lado, la economía de Brasil profundizó su recesión, tras sufrir una caída del 3,8% en el segundo trimestre en comparación con el mismo período del año pasado, según datos oficiales divulgados el 31 de agosto.
Entre abril y junio, la economía del gigante sudamericano se contrajo un 0,6% en relación con los tres primeros meses del 2016, de acuerdo con los datos divulgados el 31 de agosto por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE).
Adicionalmente, el Banco Central confirmó el 31 de agosto que las cuentas públicas brasileñas acumularon en los siete primeros meses del año un déficit fiscal primario de 36 592 millones de reales (USD 11 088,5 millones), el mayor para este período en la historia del país.
En los siete primeros meses del 2015 el Estado brasileño había acumulado un superávit primario de 6 204 millones de reales (USD 1 878,8 millones), que ya era entonces, pese a ser un saldo positivo, el peor resultado en las cuentas públicas brasileñas para ese lapso.
Rechazo de Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua
Evo Morales
Presidente de Bolivia
“Estamos convocando a nuestro Embajador en Brasil para asumir las medidas que se aconsejan. Condenamos el golpe parlamentario contra la democracia brasileña. Acompañamos a Dilma, a Lula y a su pueblo, en esta hora difícil”.
Delcy Rodríguez
Canciller de Venezuela
“Venezuela, en resguardo de la legalidad internacional y solidaria con el pueblo de Brasil, ha decidido retirar a su Embajador en Brasil y congelar las relaciones políticas y diplomáticas con el gobierno surgido de este golpe parlamentario”.
Rosario Murillo
Primera Dama de Nicaragua
“Esta mañana se conoció la culminación del proceso de separación, proceso que -en su momento- nuestro Gobierno condenó por considerarlo injusto, realmente es una destitución. Se ha separado del poder a la hermana Dilma”.
Bruno Rodríguez
Canciller de Cuba
“El Gobierno Revolucionario de Cuba rechaza enérgicamente el golpe de Estado parlamentario-judicial que se ha consumado contra la presidenta Dilma Rousseff, sin que se presentara ninguna evidencia de delitos de corrupción”.