Santiago Estrella Garcés,
Corresponsal en Buenos Aires
A cientos de alumnos secundarios de los colegios públicos de Buenos Aires no les quedaba otra opción. Tras varios intentos de conversar con las autoridades educativas, decidieron que solo los escucharían ocupando los colegios.
Desde hace tres semanas conviven allí los chicos. Cocinan, hacen guardias y talleres. Comenzaron 12 liceos, luego 14, ahora 22 los colegios tomados y se sumaron 13 facultades de la Universidad de Buenos Aires. Exigen presupuesto del Gobierno de la ciudad para las becas escolares y viandas, pero la razón clave es la mejora edilicia. Algunos colegios parecen caerse a pedazos. En Almagro, en un local escolar funcionan tres colegios (mañana, tarde y noche).
Uno de ellos es el Normal 7. No hay calefacción para el invierno. Las paredes están llenas de huecos. La luz se enciende uniendo alambres…
“Hasta septiembre solo se ha usado el 7% de lo destinado a mejoras de las obras de los colegios, también se ha disminuido el 50% de educación; esta es la muestra del vaciamiento que se pretende de la educación pública de la ciudad”, dice a este Diario Melina Roses, líder de la movilización del colegio Julio Cortázar.
La ocupación de colegios es otro dolor de cabeza para el jefe de Gobierno de Buenos Aires, Mauricio Macri, procesado por escuchas telefónicas ilegales. Su opción tampoco le brinda tranquilidad. “Quitar el derecho de estudiar a los demás alumnos no me parece bueno”, dijo.
Esteban Bullrich, su ministro de Educación, se reunió el 28 de agosto pasado con los estudiantes y les presentó un plan de obras. Tampoco les agradó. “Muchas de las obras ya estaban hechas. Y molestó que eludiera varias preguntas”, sostiene Juan Fortunato, del Mariano Moreno.
Lo que más molesta es que Bullrich pidiera que los rectores de los colegios tomados denunciaran a los estudiante ante la Policía por “la posible configuración de un delito”, que se incluyera a los padres “por incumplimiento de deberes correspondientes a la patria potestad”.
“Es una medida represiva e inconstitucional. Pero es parte de la estrategia. Como no tiene un verdadero plan de obras y tampoco le interesa la educación pública, la idea es desprestigiar nuestra lucha”, añade Roses. Otrora orgullo nacional, la educación pública de Argentina ya no solo de la capital, vive una crisis, según confesaron a este Diario algunos maestros que prefirieron el anonimato. “No es que estemos bien, tampoco estamos tan mal como otros. Muchas de las cosas que hacemos en el colegio es por obra de la cooperadora (padres de familia, profesores y comunidad), cuando debería ser el Estado el que actúe”, dice.
Otra profesora de San Martín culpa a Carlos Menem (presidente entre 1989-1999, quien introdujo el neoliberalismo). “La educación pública no le importó y comenzaron a proliferar las escuelas privadas. El país se pauperizó y la educación fue víctima”.