Ya en noviembre pasado, cuando se cumplieron los primeros cinco años de su elección, analistas y medios de comunicación de todo el mundo lanzaron una pregunta: ¿qué pasó con el ‘yes, we can‘ (‘sí, podemos’), el eslogan de campaña que llevó a Barack Obama a convertirse en el primer presidente negro de Estados Unidos? Hoy, en cambio, es el quinto aniversario de la primera posesión de este líder demócrata como cabeza de la Casa Blanca. Ese 20 de enero del 2009, dos millones de personas presenciaron en vivo -y otros cientos de millones a través de los medios de comunicación e Internet- un discurso en el que Obama apeló a la esperanza para afrontar los retos que atravesaba su país: la crisis económica, dos guerras a cuestas y la caída del prestigio estadounidense en el mundo.
Y luego de un 2013 al que más de uno le dio el calificativo de ‘annus horribilis’ para el Mandatario, sus primeras expresiones de este año reflejan que mantiene su optimismo para relanzar su agenda de cambio, y sacar adelante temas tan sensibles como la esperada reforma migratoria.
La primera semana del 2014 los sondeos le daban un 41% de respaldo popular, a diferencia del 70% que lo catapultó a la reelección apenas 14 meses atrás, cuando eufórico proclamó que “lo mejor está por venir”.
En su análisis, la cadena BBC apunta a que su actual agenda política ha estado marcada por su reacción a los problemas que amenazan con afectar su legado como estadista. Pero más allá de las polémicas, todo indica que su intención es que el énfasis del nuevo año esté en el desempeño económico, el cual calificó en uno de sus discursos de diciembre pasado como “el desafío definitivo de nuestro tiempo”. Todo esto tendrá un inevitable telón de fondo: las elecciones legislativas de noviembre, cuando su partido -el demócrata- se juega el control que mantiene en el Senado, vital para apuntalar al Ejecutivo.
Un imprescindible enfoque económico
A favor del presidente están los más recientes indicadores en materia de empleo y crecimiento económico. “Hoy la economía ha vuelto a cobrar vida, la bolsa de valores se encuentra al alza y el desempleo a la baja (7%). Además, demócratas y republicanos han alcanzado un acuerdo presupuestario que evitará otro cierre de gobierno” en el inicio del 2014, consideró Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.
El año que arranca podría ser el de la recuperación definitiva para una economía que ha sorprendido con 4,1% de crecimiento en el último trimestre. Aunado a ello, el índice de Standar & Poor‘ s subió un 27% en un año, una cifra sin precedentes desde 1997. Eso sin olvidar su proyección a largo plazo: la autosuficiencia energética. Y un buen signo podría ser que EE.UU. produjo más crudo del que importó en el 2013.
Migración, una deuda de campaña
“La reforma migratoria será la prioridad del presidente en 2014”, aseguró un funcionario de la Casa Blanca nada más retornar a la actividad normal luego de las vacaciones con motivo de las festividades de Año Nuevo. Para la mayoría de los analistas, tras una batalla que ha costado a los republicanos el repudio de la opinión pública y la pérdida de apoyo para Obama, el momento de la verdad tiene que ser el 2014. La reforma beneficiaría a 11 millones de migrantes sin papeles.
“Después de nueve años de intensas negociaciones e intentos fallidos ha llegado el momento de la acción”, consideró Simon Rosenberg, presidente del New Policy Institute. “Hoy estamos más cerca que nunca de una reforma migratoria y los republicanos tendrían que actuar con inteligencia con una iniciativa que puedan hacer suya el Presidente y el Senado”, señaló.
El desafío de la política externa
La guerra en Iraq terminó, y la intervención estadounidense en Afganistán está llegando a su fin. Pero la falta de respuesta en relación a los cuestionados ataques con aviones no tripulados, a la promesa de una política para el cambio climático y al cierre del centro de detención de Guantánamo moderaron las altísimas expectativas sobre un Obama que recibió el Premio Nobel de la Paz apenas 11 meses después de empezar a tomar decisiones en el Salón Oval.
A esto se suma la inconstante política siria y diferencias con socios clave, tales como Israel, Arabia Saudí y Turquía. De esta manera ha alimentado a sus críticos. “Estados Unidos está en su punto más débil, tiene menos aliados y su influencia militar y diplomática es la más baja desde la Primera Guerra Mundial”, señaló el autor conservador Dennis Prager.
Hora de poner en orden al espionaje
El viernes 17 el Presidente dio a conocer las nuevas reglas que deberá seguir a rajatabla la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) para mantener con vida sus programas de espionaje, luego de que el escándalo causara críticas y rechazo incluso en la ONU. Obama dijo que ya no se interceptarán las comunicaciones de jefes de Estado y de gobierno considerados amigos y aliados. Pero alertó que mantendrá esa actividad como herramienta en la lucha antiterrorista.
En contra de los planes de Obama está la leyenda de la maldición en el segundo mandato, fenómeno relacionado con el inevitable desgaste en el poder. Ahí esta el caso de Richard Nixon y el escándalo del Watergate que le obligó a renunciar a la presidencia. A George W. Bush lo afectó la parálisis del gobierno durante el huracán Katrina y las guerras en Iraq y Afganistán.