Miércoles al mediodía: el presidente Chávez encadena por radio y televisión un consejo de ministros, anuncia subsidio total al pasaje estudiantil y llama a su militancia a votar el 26 de septiembre. Ese día a la medianoche: el Presidente termina una transmisión de entrega de créditos para comprar lavadoras, y llama a su militancia a votar.
Jueves al mediodía: juramenta, también en acto público y televisado a las ‘guardianas de la revolución’, lee libros, canta, y llama a su militancia a votar el 26.Así se repite la escena, al menos dos veces al día, con el mismo corolario, la invitación a votar por los candidatos del partido de gobierno para las elecciones parlamentarias del próximo domingo.
Tras gozar, durante cinco años, de una Asamblea Nacional conformada en más del 90% por diputados aliados, el chavecismo -y en particular el Presidente- demuestra con una agresiva campaña que no está dispuesto a abandonar tan cómoda condición, pues desde el dominio parlamentario se ha forjado el control de casi toda la escena política del país.
Fue la Asamblea ‘roja’ la que le permitió impulsar en tiempo récord más de 30 leyes a la medida del ‘proyecto revolucionario’, nombrar a integrantes de los poderes Electoral, Judicial y Moral de clara inclinación progubernamental y evitar control sobre temas de interés nacional como el caso de los alimentos podridos, cuya discusión en la Asamblea fue rechazada ocho veces.
“Por eso lo que está en juego son dos modelos de país, así de simple, o al menos la continuación sin control de un modelo que ha cosechado escasos éxitos y sí muchos miedos”, comenta a la diputada Pastora Medina, una de las pocas opositoras del Parlamento actual, y candidata.
El presidente Chávez lo dice también muy simple: “si gana la oposición ellos vendrán a sabotear, a desmontar los avances de la revolución”. Y aprovecha para asegurar que una eventual victoria del chavecismo sería “un preludio de lo que aquí va a ocurrir en el 2012, con las elecciones presidenciales”.
Ante ese desafío, el panorama por primera vez en mucho tiempo no luce tan desolador para la oposición venezolana, que tras el error de haberse retirado de las parlamentarias en el 2005, esta vez acertó una alianza casi perfecta de candidaturas unitarias para hacer frente a los candidatos oficialistas. Así ha logrado amalgamar y aumentar la intención de voto opositor (48%), acercándolo “peligrosamente” al duro voto chavecista (52%), según confirman las últimas mediciones de encuestadoras tan disímiles como Datanálisis (independiente) y Gisxxi (dirigida por el ex ministro Jesse Chacón).
Sin embargo, vale decir que esa proyección nacional no se podrá aplicar a los resultados. La asignación de los 165 diputados depende de una nueva distribución hecha por el Consejo Nacional Electoral con la que se fusionaron o separaron las circunscripciones electorales del país, especialmente en los estados más densamente poblados y actualmente gobernados por la oposición (Zulia, Miranda, Distrito Capital, Táchira y Nueva Esparta).
Con la nueva distribución, aunque estos estados concentran el 52% de los votantes sólo podrán elegir 64 escaños (39% del Parlamento), mientras el resto del país, que concentra 48% de los votantes, podrán elegir 101 representantes (61% de los escaños).