Los manifestantes queman un muñeco que representa a los reyes españoles, banderas y cajas españolas durante una manifestación con motivo de la “Diada”, el día nacional de Cataluña en Barcelona el 11 de septiembre de 2020.Foto: AFP
Miles de personas participaron este viernes 11 de septiembre del 2020 en las tradicionales movilizaciones separatistas de la Diada del 11 de septiembre en Cataluña, lastradas por las divisiones políticas y la pandemia del coronavirus, que obligó a adaptar estas protestas.
“Es una Diada excepcional dentro de una situación excepcional, sobre todo por la pandemia pero también por el momento político”, reconocía Joan Sales, contable de 56 años manifestándose en Barcelona, capital de esta región del noreste de España.
“Actualmente no hay objetivos a corto plazo para el independentismo, hay divisiones estratégicas y en la gente se nota cierto desánimo”, añadía.
Para acceder al acto, los manifestantes tenían que registrarse previamente, llevar mascarilla, tomarse la temperatura y limpiarse las manos con gel hidroalcohólico. Una vez dentro se colocaban sobre cruces marcadas en el suelo espaciadas por dos metros.
“Está bien organizado, mucho más seguro, mejor que en cualquier bar. Tenemos que respetar el virus, pero aprender a vivir con él”, decía Magda Gironell, otra manifestante de 54 años.
Según los organizadores, que controlaron los aforos para acceder a los actos, 59 500 manifestantes acudieron a su convocatoria, lejos de los cientos de miles de ediciones anteriores.
Aunque epidemiólogos y dirigentes políticos desaconsejaron organizar estas protestas por el fuerte repunte de contagios en España, sus organizadores, la entidad separatista Asamblea Nacional Catalana (ANC), las mantuvo.
En vez de organizar una gran marcha como antaño, dispersaron la protesta en más de un centenar de actos frente a diferentes edificios de la administración estatal en la región.
Desde 2012, la Diada del 11 de septiembre, fiesta regional de Cataluña, es escenario de masivas protestas que llegaron a superar el millón y medio de participantes.
Recientemente perdieron fuelle y en 2019 registraron su asistencia más baja, con 600 000 personas.
Posible inhabilitación del presidente regional
El independentismo vive horas bajas desde la fallida tentativa de secesión unilateral de octubre de 2017, cuando impulsaron un referéndum ilegal y proclamaron una efímera república en esta región de 7,5 millones de habitantes.
“El independentismo vive en una especie de limbo estratégico. No hay un horizonte definido, está huérfano de objetivos”, indica el politólogo de la Universidad Autónoma de Barcelona Oriol Bartomeus.
Las divisiones corroen el gobierno regional de coalición entre Juntos por Cataluña, partidario de mantener la confrontación con Madrid, e Izquierda Republicana (ERC) , abierta al diálogo con el gobierno de izquierdas español de Pedro Sánchez.
“Estamos hartos de la división y la táctica y exigimos ya una estrategia”, vociferó la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie.
En enero, el presidente catalán Quim Torra, sucesor y afín del exiliado Carles Puigdemont, anunció elecciones anticipadas por la falta de confianza en sus socios, pero su convocatoria no se llegó a concretar por la pandemia.
Su mandato pende de un hilo. En diciembre fue condenado a año y medio de inhabilitación por no retirar una pancarta independentista de la sede del gobierno regional como le había obligado la junta electoral.
La aplicación de la sentencia está pendiente de un recurso al Tribunal Supremo, que lo estudiará la próxima semana. Si ratifica la condena, debería designarse un sucesor o celebrarse nuevos comicios.
Pero Torra abrió la puerta a desobedecer la decisión. Eso podría “ crear tensión ” con Madrid y “ encender al electorado independentista ” que parece decantarse por la vía moderada de ERC, opina Bartomeus.
“Giro pragmático ”
Un sondeo reciente del periódico La Vanguardia apunta a que ERC superaría a Juntos por Cataluña en unos comicios. Y si bien los separatistas obtendrían mayoría de votos, sólo un 26% de los encuestados apoyaría una secesión unilateral.
“El voto a partidos independentistas mantiene muy buena salud, pero sus votantes cada vez creen menos en el proyecto de la secesión”, opina la politóloga de la Universidad Abierta de Cataluña, Ana Sofía Cardenal, que ve un “giro pragmático” hacia posiciones pactistas.
El jefe de gobierno español, Pedro Sánchez, inició una mesa de negociación con los dirigentes catalanes que se vio interrumpida por la pandemia y debe reactivarse próximamente.
Este diálogo fue una concesión de Sánchez que necesitaba a ERC para ser investido. Ahora, los separatistas no son tan imprescindibles para el ejecutivo, que cuenta con un posible nuevo aliado en el partido centrista Ciudadanos.