mundo@elcomercio.com
El famoso Carnaval de Río de Janeiro, desborda desde el viernes frenesí en las calles. Pero enfrenta a dos enemigos: la orina y el agobiante calor.
Este año, las autoridades han multiplicado el número de baños públicos y el control de los transeúntes. Pero la costumbre de muchos cariocas de orinar en la vía pública es un problema que se agrava durante el Carnaval.
Segundo problema, este Carnaval se festejará en medio de una ola de calor en Río de Janeiro, que afronta las temperaturas más altas de los últimos 50 años. Debido a la alta humedad, la sensación térmica supera 50 °C.
Las escuelas de samba que desfilarán hoy y mañana en el Sambódromo, alivianaron el peso de sus trajes en 30% y usaron a tejidos más finos para poder soportar el calor en 700 m de recorrido.
El Carnaval empezó a todo vapor ayer en Río de Janeiro, Sao Paulo, Salvador y otras ciudades brasileñas que rivalizan por deslumbrar al público con música, ritmo, alegría y color.
Hubo un millón de personas en la fiesta callejera de Bola Preta, bola negra, una de las más antiguas de Río. Ataviados de blanco y negro, los fiesteros cantaban en coro las tradicionales canciones como el himno no oficial de Río, Ciudad Maravillosa.
Lejos de Río de Janeiro, aunque en el mismo continente, también hubo alegría, aunque el clima sea todo lo contrario. El carnaval folclórico de la ciudad andina de Oruro, Bolivia, declarado patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco, arrancó ayer con la danza de 40 000 bailarines.
La fiesta, que nace en el siglo XVIII en honor a la Vírgen católica del Socavón, comenzó la mañana de ayer. La celebración consigue calentar ala urbe boliviana , a 3 700 m sobre el nivel del mar.
En otras partes del continente americano, desde Uruguay hasta Estados Unidos, también se celebra la antigua fiesta de la carne.