Carisma y tradición: hace 10 años murió Juan Pablo II

La evaluación de su pontificado también se ha vuelto más modesta en Polonia. Foto: Alessandro Bianchi/ EFE.

El redactor del canal de noticias polaco TVN24 buscó contener la emoción cuando, el 2 de abril de 2005, leyó la noticia que no sólo Polonia aguardaba desde hace días: "Sucedió. Juan Pablo II está muerto". Luego, la pantalla de televisión quedó en negro por un par de minutos.
La Iglesia Católica había perdido a su máximo pastor, y para muchos polacos fue como si hubiera muerto un miembro querido de su familia. Hasta los ateos lamentaron la muerte del papa polaco. Cientos de miles de personas peregrinaron a Roma para su funeral, así como alguna vez los fieles habían peregrinado en masa a las misas que oficiaba durante sus viajes.
Diez años después de su muerte, las conmemoraciones por la muerte de Juan Pablo II, que el año pasado fue declarado santo, son ya incluso más pequeñas y modestas en Polonia. El presente, es decir, la llegada del actual papa argentino Francisco para el Día Mundial de la Juventud de 2016 a Cracovia sobrepasa el recuerdo del pasado.
El mundo no se detiene al cumplirse diez años de la muerte de Karol Wojtyla. La evaluación de su pontificado también se ha vuelto más modesta en Polonia. Hay muchas cosas que se siguen respetando y admirando, como su sufrimiento público, sin ocultar su edad ni su enfermedad. Sin embargo, cada vez se oyen más fuerte las críticas a su silencio y pasividad ante las denuncias de abusos de menores durante el pontificado del polaco.
De alguna manera, Karol Wojtyla, desde 1978 el primer polaco en el trono de Pedro, es decir, el primer papa no italiano en siglos, llevó nuevos aires a la Iglesia: un papa que no se quedaba detrás de los muros del Vaticano, sino que viajaba por el mundo. Un papa que al inicio de su pontificado andaba en esquí y que era fanático del fútbol. Un papa con mucho carisma y una sonrisa cálida, que tenía llegada a la gente...igual que hoy día Francisco.
Eso tampoco cambió tras el atentado que sufrió en la Plaza de San Pedro en 1981. Sin embargo, quienes esperaban una mayor liberalización de la Iglesia notaron enseguida que detrás de esa sonrisa había también una voluntad de hierro y visiones muy conservadoras. Tanto si se trataba de permitir que se predicara la "Teología de la Liberación" surgida en América Latina o de la eliminación del celibato, Juan Pablo II siempre optaba por la tradición.
Durante los 26 años de su pontificado, uno de los más largos en la historia de la Iglesia, se fortaleció el ala conservadora de la Iglesia. Gran parte de los actuales obispos del mundo fueron nombrados por él. Sin embargo, el papa del este, cuyo lema era "No teman", estableció también nuevos parámetros para el diálogo interreligioso: fue el primer papa en visitar la sinagoga de Roma, y más tarde también una mezquita, rezó en el Muro de las Lamentaciones y condenó el antisemitismo en la Iglesia.
Mientras que durante siglos representantes de la Iglesia describieron a los judíos como "asesinos de Cristo", Juan Pablo II hablaba de "hermanos mayores en la fe".
Su "mea culpa" en 2000 fue un reconocimiento de la culpa por los errores de la Iglesia como las Cruzadas, la Inquisición y la persecuión de los judíos. Su experiencia con dos dictaduras, la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial y el comunismo de tiempos de posguerra, marcaron a Karol Wojtyla, nacido en 1920 en Wasowice, en el sur de Polonia.
En la primera peregrinación a su país en 1979, en ese entonces aún gobernado por el comunismo, Juan Pablo II exclamó delante de cientos de miles de personas en la Plaza de la Victoria de Varsovia: "Que venga tu espíritu y renueve la tierra...¡esta tierra!".
Muchos polacos lo vieron como un llamado a modificar el sistema. Un año más tarde los trabajadores pararon en el astillero de Gdansk, una década más tarde cayó el Muro de Berlín. Los cambios en el este de Europa nacieron en Polonia. Sin embargo, Juan Pablo II también criticaba algunos aspectos del capitalismo, como el materialismo y egoísmo y el uso de los más pobres del mundo, y se pronunció contra la pena de muerte y la guerra de Irak.
Los Días Mundiales de la Juventud se deben a Juan Pablo II, que era actor en su juventud. Como jefe de la Iglesia católica, era especialista en grandes escenificaciones y en la comunicación con las masas.