En el Parque del Este de Caracas ayer había un grupo que se divertía a las 07:00 y otro que se mostraba molesto. En el primero la gente vestía ropa deportiva, trotaba, caminaba o escuchaba música en sus aparatos electrónicos. En el otro había impaciencia. A esa hora más de 500 personas formaban una fila de más de 300 metros, que aumentaba a cada minuto.
En una oficina del parque más grande de Caracas debían instalarse a las 09:00 los equipos del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime), un nombre difícil de recordar para los venezolanos luego de varios cambios.
A dos días de las elecciones legislativas del domingo, esos venezolanos estaban desesperados por obtener su identificación. Había quienes hacían la fila por tercer día consecutivo para sacar la cédula. La elección legislativa movió sobre todo a quienes quieren un cambio en el país.El voto no es obligatorio, pero la gente sabe que las elecciones son cruciales para el futuro de Venezuela y el proyecto nacionalista del presidente Hugo Chávez. La oposición aspira bloquear una mayoría gobiernista del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv) y captar al menos 50 o 60 puestos de los 165 en la Asamblea Nacional. Los diarios locales han llamado a votar masivamente el domingo a pesar que el oficialismo combine “el miedo y la ilusión”, como advirtió El Nacional, crítico del régimen.
El del parque es uno de los denominados “operativos de cedulación” del Gobierno en varios sitios para descongestionar las oficinas públicas. Aunque el encargado del puesto decía que todo estaba en orden la gente se quejaba y se mostraba desconfiada del proceso. En medio de la columna la gente hablaba en voz baja. Pocos eran los que querían identificarse o comentar algo porque no sabían qué actitud tendría su vecino de jornada. Jeisys Beyloune (30 años) es una educadora del sistema privado. Tiene una cédula donde dice ‘República de Venezuela’, pero teme que al momento de votar la rechacen.
Los documentos emitidos durante los 11 años del gobierno de Hugo Chávez dicen ‘República Bolivariana de Venezuela’. Aunque le han dicho que sí es válida su cédula no quiere perder su voto. Queremos que llegue lo bueno para el país, responde cuando se le pregunta por quién va a votar.
No quiere decir abiertamente que su voto será por los candidatos de la oposición. Tampoco está entre los que en los medios venezolanos llaman los “ni ni”. Este es el grupo de los indiferentes, que no se interesa por lo que esté pasando en el país.
Según la última encuesta de Hinterlaces, “hay un proceso de desencantamiento” en Venezuela. También crece el malestar social y el descontento, como consecuencia del agravamiento de los problemas y la falta de soluciones, la caída del consumo y el aumento de la criminalidad.
En la fila más adelante, Rosymar Vásquez (27) está con la revolución de Chávez y no le interesa si tiene que esperar varias horas para recibir su cédula. “Estoy con la revolución, con el gobierno, soy oficialista, chavista… como me quieran llamar”, dice y corre hacia otro sitio del parque.
Luis Olivo (24) la escucha, es periodista pero no ejerce. Hacerlo “es complicado” en Venezuela, por eso tiene unos negocios de servicios administrativos. Está convencido que la gente se interesó para votar el 26 S, como llaman a la elección en la prensa.
Cerca de ahí, en la Plaza del Indio de Chacao el color rojo predomina. Está en la ropa que usa Marlene Vanegas (77) desde el sombrero hasta los zapatos, por eso le dicen ‘Caperucita’. Se considera una de las guardianes de Chávez, es una abuela que se dedica todos los días a colocar pancartas, dar información en las mesas electorales del oficialismo y a acompañar a las carpas de Mercal (Mercado de Alimentos) del plan de soberanía alimentaria del gobierno. Esas ferias populares son frecuentes. En la plaza, ayer se instalaron tres carpas rojas y otros puestos de verduras y la gente hizo fila para comprar productos.
Una ama de casa esperó más de media hora en una columna de 25 personas para comprar enlatados, embutidos, salsas, arroz, harina, aceite y otros alimentos con una rebaja del 30%, en relación a los mercados locales. Pero la rebaja también depende de cómo se calcula. Dejar de pensar en dólares y pasar a bolívares es complicado para cualquier ciudadano.