Él solo quería mejorar su calidad de vida y ayudar a su mamá en los gastos del hogar, dice Santander R., uno de los vecinos de un cantón de la provincia del Chimborazo. Este hombre fue parte del grupo de 12 personas que vino desde esa provincia, para acompañar a la familia del ecuatoriano Telmo Y., ejecutado en la masacre de Tamaulipas, México, el 23 de agosto.
Santander agrega que el sueño americano se convirtió en una pesadilla para la familia y vecinos del lugar. “Nuestros jóvenes piensan que emigrar solucionará sus problemas económicos, pero ignoran que en el trayecto hay peligros como el narcotráfico y el sicariato”. Él se refiere a la masacre de 72 presuntos inmigrantes, el 23 de agosto. El vecino recuerda que Telmo partió en junio, pero no sabía en qué condiciones viajaba.Ese desconocimiento lo compartía la abuela del joven fallecido, Alegría G., quien se enteró por las noticias que un ecuatoriano escapó a un genocidio. “Lo que no imaginé es que mi nieto estaba entre las víctimas mortales”. Esa información les dio indicios.
Por ello, la familia acudió a la Secretaría Nacional del Migrante (Senami) y explicó las circunstancias. “Ellos realizaron una prueba de ADN a la madre y compararon con el del cuerpo. Definitivamente era mi nieto”, asegura Alegría.
Este es el trámite adecuado, precisa la Ministra de esa entidad, Lorena Escudero. “Hay dos cuerpos de mujeres, presuntamente ecuatorianas. Necesitamos que los familiares realicen la denuncia antes del 30 de noviembre. Ese es el pedido del Gobierno mexicano”.
Aproximadamente a las 15:35 terminó el trámite para trasladar el cadáver de Telmo a Chimborazo. Los familiares y amigos de la comunidad esperaban para irse en el bus siguiendo la carroza fúnebre. Esta caravana fue patrocinada por la Senami.
La madre del fallecido, Margarita C., pidió a los jóvenes que no emigrasen, porque les puede ocurrir lo mismo que a su hijo.