Bangkok se sumió de nuevo en la violencia después de 10 días en los que parecieron prosperar las negociaciones entre el Gobierno y los manifestantes en torno a elecciones anticipadas.
Los enfrentamientos violentos en la capital de Tailandia se saldaron con 16 muertos y 141 heridos, hasta anoche, según los servicios de socorro. Tres periodistas fueron heridos de bala cuando cubrían los enfrentamientos.
Tropas tailandesas abrieron fuego contra manifestantes opositores al Gobierno que buscaban levantar un cordón de seguridad alrededor del lugar de una protesta, convirtiendo el distrito comercial de Bangkok en un sangriento campo de batalla.
Al menos 40 personas han muerto y unas 1 000 han resultado heridas en Bangkok desde que empezaron las protestas en marzo. La situación degeneró el jueves, después de que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, anuló las elecciones anticipadas propuestas para el 14 de noviembre a cambio de la disolución del movimiento de protesta.
El pasado 7 de abril, miles de manifestantes ataviados con camisetas rojas intentaron tomarse el Parlamento, a modo de presión para exigir al gobierno de Abhisit Vejjajiva la convocatoria de nuevas elecciones “legítimas”.
El Primer Ministro no fue elegido en comicios populares, sino en una votación parlamentaria.
La crisis en el país del sudeste asiático, con 65 millones de habitantes, tiene como trasfondo la lucha por el poder entre partidarios y detractores de Thaksin Shinawatra, el ex primer ministro derrocado en un golpe de Estado en el 2006 y condenado dos años de prisión por corrupción.
Apodado “el Berlusconi tailandés”, Thaksin es un magnate de las telecomunicaciones que se ganó el apoyo de gran parte de la Tailandia rural al establecer un programa de sanidad a bajo coste y un sistema de crédito universal que benefició a los campesinos. Al mismo tiempo, cambiaba las leyes anti-trust para poder vender una compañía de su familia, ShinCorp, a Singapur, evadiendo el pago de USD 2 000 millones en impuestos.
Los “camisas rojas” (cuyo nombre oficial es la Unión para la Democracia y contra la Dictadura, la UDD), provienen en su mayoría de las zonas rurales del norte del país, de mayor densidad demográfica y feudos de los testaferros de Shinawatra, quien está exiliado en Dubái, pero no ha renunciado a la lucha. Es de prever que continuará financiando el movimiento opositor.