El 30 de junio, militares recorrieron el centro de Tumaco y pidieron a la población que denunciara cualquier actividad ilegal. Foto: Alfredo Lagla / EL COMERCIO
Atención. La Policía ofrece 30 millones de pesos a quien entregue información por el crimen de las tres adolescentes. El mensaje se repite en las estaciones de radio de Tumaco, un municipio colombiano fronterizo con Esmeraldas.
El asesinato de las quinceañeras, ejecutadas con disparos en la cabeza y abandonadas en un manglar cercano al centro de la ciudad, movilizó la semana pasada a las autoridades. La Alcaldía incluso convocó a una mesa de seguridad frente a lo que calificó como “masacre”.
EL COMERCIO llegó el martes 28 a Tumaco, tres días después de ese ataque, y recorrió el cementerio donde sepultaron a las jóvenes.
Esa tarde hacía calor. Tres adolescentes, en silencio y cabizbajos, contemplaban las tumbas.“Estudiábamos en el mismo colegio”, susurró uno de los chicos-
Históricamente, esta localidad ha sido golpeada por enfrentamientos entre la fuerza pública y las FARC, pero -desde el 2015- la ciudad vive un nuevo drama: los combates entre la guerrilla y las denominadas bandas criminales (Bacrim), integradas por exparamilitares.
En diciembre del 2015, las autoridades locales enviaron un comunicado al presidente Juan Manuel Santos, ante la ola de violencia registrada en ese mes. 17 personas fueron abatidas, entre ellas dos menores. “Esto se constituye en una alerta sobre el inicio de lo que podría suceder tras la desmovilización de las FARC, con la llegada de otras Bacrim a la región y el aumento de la violencia”, sostuvieron en el texto.
Uno de los firmantes fue Arnulfo Mina, vicario episcopal de la Diócesis de Tumaco. El sacerdote atendió a este Diario y admitió que hay temores muy fuertes. “La guerrilla puede desmovilizarse, pero vemos otros grupos que ya se están disputando sus territorios”.
Eso también lo admite la Fiscalía colombiana. Las mafias quieren apoderarse del negocio del narcotráfico, ampliamente manejado ahora por las FARC, sobre todo por la columna móvil Daniel Aldana.
De hecho, detrás de los asesinatos de las tres adolescentes, la Policía ve una posible venganza entre la guerrilla y estos grupos. Las características de los crímenes guían esa hipótesis: los agentes las localizaron con las piernas amarradas y con signos de tortura.
En Tumaco existen barrios donde ni los uniformados se atreven a entrar. La Policía reconoce que en las periferias hay presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN), del clan Úsuga (Urabeños), las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, Los Paisas o el Grupo Limpieza Social Colombia.
La guerrilla y estos grupos son los que negocian la venta de droga con las organizaciones criminales que operan en Esmeraldas. El río Mataje es utilizado para esas y otras transacciones ilegales.
Militares colombianos hacen operaciones semanales en el área rural de Tumaco, en las zonas más próximas a Ecuador. El jueves, 30 de junio, soldados recorrían la carretera luego de infiltrarse en la selva.
El cementerio de Tumaco está en el corazón de la ciudad. Don José ha sido el panteonero de ese lugar los últimos 20 años. Allí el trabajo nunca falta, dice. El domingo 26, un día antes de sepultar a las adolescentes, cavó un hueco para otros dos cadáveres no identificados; también muertos a tiros. Al mes, en promedio, él entierra unos 15 cadáveres, todos relacionados con el conflicto.
La Unidad de Víctimas ha registrado 9 065 asesinatos en Tumaco, desde 1 985 hasta diciembre pasado. En ese mismo período, se han reportado 109 167 víctimas de desplazamiento forzado, 1 157 desapariciones y 219 víctimas de minas antipersonas.
La droga es la ‘opción’
Tumaco es una población con necesidades. No hay semáforos y las señales de tránsito son escasas. Tampoco hay servicios básicos ni existe un hospital. El 84% de la población vive en la pobreza, y el 75% está desempleada.
Con ese panorama, los jóvenes ven en la droga su única salida, lamenta el padre Mina.
En las mañanas van al colegio o deambulan por la ciudad. En las noches, en cambio, aparecen en autos que ni los adultos, con años de trabajo, pueden adquirir. La gente los llama ‘los nuevos ricos’.
El jueves 30, poco antes de la medianoche, aparecieron esos personajes en el puente El Morro, la vía que conduce a la playa. Se los reconoce porque sus vehículos están ‘tuneados’ y la música se oye a metros de distancia. En esos grupos se solía ver a las chicas asesinadas en el manglar.
Henry Cortés, director del colegio donde estudiaban las adolescentes, revela que una de ellas incluso tenía amenazas de muerte. “Me dijo que no podía venir porque la perseguían”, cuenta el Rector.
El Vicario episcopal asegura que la descomposición social y familiar es evidente en Tumaco. Por eso no es inusual hallar a jóvenes ejecutados, con disparos o torturados…