Santiago Estrella Garcés,
Corresponsal en Buenos Aires
Si Argentina dice tener a los mejores jugadores de fútbol, la avenida más ancha o las mujeres más lindas, también debe recordar que es uno de los países con más muertos por accidentes de tránsito del mundo. Aunque, según Eduardo Bertotti, director del Instituto de Seguridad y Educación Vial, no son más que Brasil o México. De cualquier modo, en el país anualmente hay un promedio de 8 000 muertos por accidentes de tránsito y 120 000 heridos. La cifra es escalofriante por día: 22. En un país que circulan siete millones de vehículos, en el 2008, hubo 1 066 accidentes por cada uno.
Las autoridades hacen esfuerzos para disminuir esa tasa que se mantiene estable desde hace una década. Pero la tarea es larga. El problema, según Bertotti, “es de cultura vial”. Y para él, no solamente es argentino, sino regional. “El ciudadano latinoamericano tiene una cultura de prevención muy limitada, porque no tiene conciencia del riesgo. Siempre ha sido así. El no tener una gran preocupación del riesgo dificulta las normas de control”, dice en un diálogo con Siete Días.
Las causas de los accidentes son las usuales: imprudencia del conductor a tal punto que es capaz de pasar la barrera baja que impide cruzar las vías del tren, exceso de velocidad, cruzar el semáforo en luz roja, conductores alcoholizados, vehículos en mal estado, caminos sin señalización y sin reparación, etc.
Frente a ello, el Estado busca diferentes soluciones entre las que están la educación vial, las normas de control, prohibición y castigo. Algunas suenan incluso hasta graciosas aunque sean necesarias. La última discusión legislativa es la normativa que prohíbe conducir en ojotas (chancletas), o con zapatos de taco alto. Walter, un taxista, se ríe. “Pero si apenas pueden controlar el uso de cinturones de seguridad”, dice. Se pone el cinturón cuando pasa cerca de la Policía, y se lo quita luego. “Es incómodo”, pretexta.
En la ciudad de Buenos Aires es donde más se busca la reducción de accidentes e infracciones. Des-de las fotomultas, retiro de la licen-cia a quien pase en rojo, endure-cimiento de las multas, hasta la intervención de los ciudadanos para fotografiar un vehículo que come-ta la infracción y denunciarlo ante las autoridades, medida que no ha tenido ninguna repercusión.
“Todo lo que hace (el jefe de gobierno Mauricio) Macri es para recaudar fondos. Todos los controles que despliega solo sirven para aumentar el ingreso en la ciudad”, dice un colectivero. El país tiene una dificultad para el control: el fede-ralismo. Cada provincia posee una legislación propia y los registros (licencias), si bien habilitan manejar en todo el país, las penas de una provincia no aplican para los inscritos allí. Esa era la crisis que ocurría entre la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires. Limitados apenas por un riachuelo o una autopista, son jurisdicciones distintas. A muchos infractores en la ciudad de Buenos Aires no pueden retirarles la licencia o multarlos porque son de provincia.