Argentina elige este 27 de octubre del 2019 si continúa con Mauricio Macri como Presidente, o un cambio de Gobierno con Alberto Fernández. Foto: AFP
Los argentinos van el domingo 27 de octubre del 2019 a las urnas en medio de un contexto regional complicado y con la memoria de las primarias del 11 de agosto, cuando el peronista Alberto Fernández sorprendió a propios y a extraños y obtuvo el 47,79% de los votos en las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). En esa jornada, el actual presidente Mauricio Macri, quien busca la reelección para un período de cuatro años, obtuvo el 31,80% de los votos.
Si ese día hubieran sido las elecciones, Fernández habría sido presidente. Y los hacedores de opinión sostuvieron que una diferencia de casi 17 puntos era imposible de revertir.
Fue tal el golpe de efecto de las PASO, que los mercados se sacudieron. Y ante el panorama de una posible victoria en la primera vuelta de Fernández, que tiene como compañera de fórmula a la expresidenta y actual senadora, Cristina Fernández de Kirchner en el Frente de Todos, los mercados hicieron sentir su nerviosismo y la cotización del dólar se cerró el viernes en los 64 pesos.
Macri, que también tiene a un peronista (de la agrupación Argentina Federal) como candidato a la Vicepresidencia, Miguel Ángel Pichetto en la alianza Juntos por el Cambio, ha apelado a una consigna para tratar de revertir el panorama desolador que le dan las encuestas: “Sí se puede”.
Pero la realidad económica no le es favorable para el actual Mandatario, que llegó a la Casa Rosada hace cuatro años con la esperanza de modificar el hacer político, solucionar una preocupante situación económica que dejaron los 12 años del kirchnerismo.
Mauricio Macri busca ser reelecto como presidente de Argentina. Foto. EFE
Pero sus políticas de ajuste, con aumentos de los servicios básicos de alrededor del 1 000%, los acuerdos con el FMI, que en la memoria colectiva es la causante de la crisis del 2001, con una deuda de USD 57 000 millones a cambio del ajuste, que le terminó jugando en contra del Mandatario.
Macri tiene algo a su favor: es el primer presidente que termina su período sin pertenecer al peronismo desde que volvió la democracia al país, en 1983, pues el radical Raúl Alfonsín entregó anticipadamente el poder a Carlos Menem en 1989, y el también radical Fernando de la Rúa debió renunciar en el 2001 luego de que el país viviera una debacle económica e institucional.
Ingeniero de 60 años, Macri nació en una familia acomodada. Estudió en las más prestigiosas escuelas y universidades, trabajó en la empresa familiar, una constructora, y siempre estuvo con mujeres hermosas reseñadas por la prensa rosa.
“A Macri lo marca su historia. Ser rico inevitablemente lo pone en un lugar. No quiere decir que gobierne para los ricos, pero en la Argentina del hambre es una desventaja porque hay cosas que solo puede ver si se las cuentan”, comentó Pablo Knopoff, de la encuestadora Isonomia y quien lo conoce personalmente.
“Macri no fue a un colegio público, ni se atendió nunca en la salud pública, ni se movió en transporte público. Es un político extraño, que a los 17 años no estaba pegando afiches en las calles”, explicó Knopoff.
Sin embargo, su gobierno fue uno de CEO, exgerentes de grandes empresas. No hay un solo funcionario que haya participado en política. Son los amigos de sectores acomodados y cuyas gestiones públicas corresponden a los tiempos en que fue presidente de Boca Juniors, el trampolín de su carrera política, primero como Alcalde de Buenos Aires y luego como Presidente.
Distinto es, en cambio, Alberto Fernández, con una larga trayectoria en el peronismo. Como todo peronista, estuvo en todos los peronismos, los de derecha, con Carlos Menem (neoliberal) y Eduardo Duhalde, uno de los hombres más fuertes en la bastión del justicialismo: la provincia de Buenos Aires. Y estuvo en el de izquierda, pues fue el Jefe de Gabinete de Néstor Kirchner (2003-2007) y de Cristina Fernández hasta el 2008, luego de la denominada “crisis del campo”, que fue el primer gran quiebre del kirchnerismo y, a la vez, el inicio de su radicalización populista.
Alberto Fernández busca llegar a la Presidencia de Argentina, de la mano de la exmandataria Cristina Fernández. Foto: EFE
Fue un funcionario moderado y siempre dispuesto a dialogar con la prensa. Y se alejó del Gobierno con declaraciones hirientes, en medio del enfrentamiento de la expresidenta con los propietarios del campo y de los grandes medios de comunicación.
Sin embargo, las denuncias de corrupción en contra de la exmandataria, que tiene procesos penales en curso, pudieran jugarle en contra, aunque él no está involucrado en ninguna causa.
Del lado opositor, pocos creen que él será el verdadero líder, sino Cristina Fernández. Sin embargo, para el analista Raúl Aragón, “se le paró a Cristina Kirchner en 2008 y le renunció. Ella no lo pudo controlar entonces, mucho menos podrá ahora” desde la Vicepresidencia, en caso de que su fórmula resulte victoriosa.
En contexto
Argentina llega a las elecciones en medio de la polarización eterna de su política: peronismo-antiperonismo. La crisis económica durante la gestión del presidente Mauricio Macri favorece al binomio Alberto Fernández – Cristina Fernández.