El expresidente de Colombia y actual senador, Álvaro Uribe Vélez, mencionó los términos en los que podría participar en el proceso de paz con las FARC. Foto: EFE
El expresidente y senador Álvaro Uribe condicionó la posibilidad de acercarse al proceso de paz que el Gobierno colombiano y las FARC celebran desde 2012 en Cuba con la reapertura del punto sobre justicia transicional, entre otros aspectos.
Uribe, principal opositor de los diálogos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y líder del partido de derecha radical Centro Democrático, dijo ayer 22 de julio del 2016 que solo si el Ejecutivo y la guerrilla están dispuestos a discutir nuevamente varios de los preacuerdos, él y su bancada se unirían a las conversaciones.
“Si el Gobierno y las FARC aceptan reabrir algunos capítulos como el tema de la impunidad, el tema de la elegibilidad política de los responsables de los delitos de lesa humanidad; nosotros estaríamos dispuestos a participar en esa conversación”, señaló el exmandatario que gobernó entre 2002 y 2010.
“De lo contrario, si no aceptan reabrir esos capítulos, ¿cuál es la razón de estar nosotros en unos acuerdos cuando ninguno de esos acuerdos es tenido en cuenta?”, agregó. Asimismo, Uribe cuestionó la decisión de la Corte Constitucional de darle vía libre al plebiscito por la paz para refrendar los acuerdos logrados en La Habana y preguntó: “¿Por qué la Corte no moduló el plebiscito para darle espacio, como lo indica la democracia, a la abstención y al voto en blanco?”
La semana pasada, el senador rechazó una invitación que le hizo el presidente Juan Manuel Santos para dialogar sobre el proceso de paz con las FARC. Santos le pedía a su antecesor a través de una carta discutir las diferencias de ambos sobre los diálogos que finalizarían en breve.
Uribe argumentó su negativa diciendo que no es útil dialogar sobre algo que ya está resuelto y señaló que “ha sido dañino para la democracia que personas con responsabilidades públicas aparenten diálogo para claudicar ante el terrorismo e imponer a sectores ciudadanos, que expresan argumentos críticos, la adhesión a lo claudicado y ya consumado”.
Santos y Uribe fueron estrechos aliados, especialmente durante el segundo período de Gobierno de este último (2006-2010), cuando el hoy jefe de Estado fungió de ministro de Defensa. Uribe, que prometió durante su primer período (2002-2006) derrotar a las FARC y ordenó la mayor ofensiva contra la guerrilla en la historia del país mientras lideraba un proceso de diálogo con los grupos paramilitares de ultraderecha, dio un abierto respaldo a Santos en las elecciones presidenciales de 2010 para que fuese su sucesor.
Santos triunfó en los comicios y poco tiempo después empezó el distanciamiento con Uribe, debido a la designación de funcionarios que no eran del agrado del exmandatario y a los acercamientos de la nueva administración con los gobiernos de Ecuador y Venezuela, con los cuales el ahora senador tuvo agrios enfrentamientos.
Las relaciones se rompieron del todo cuando Santos anunció que empezaría a finales de 2012 un proceso de paz con las FARC, a fin de acabar con un conflicto armado que data de 1964. Uribe encabeza desde hace varias semanas un movimiento de “resistencia civil” contra los acuerdos del proceso de paz.
El Gobierno y las FARC han llegado a acuerdos sobre desarrollo agrario, la participación en política de los guerrilleros que se desmovilicen, la lucha contra las drogas y la aplicación de un sistema de justicia transicional, entre otros puntos.