La muerte de Alberto Fujimori se dio el miércoles 11 de septiembre de 2024. Fue el último capítulo de la desdichada historia de los últimos presidentes de Perú, donde las sombras de la corrupción, los abusos de poder, las investigaciones judiciales y las tragedias personales persiguieron a sus exmandatarios, con el consiguiente impacto en la sociedad peruana.
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Métodos autoritarios
Alberto Fujimori llegó al poder en 1990 como un “outsider”, prometiendo estabilizar la economía y luchar contra el terrorismo.
Su Gobierno fue controvertido, pero logró grandes éxitos en la lucha contra el grupo armado Sendero Luminoso y en la reducción de la inflación. Sin embargo, sus métodos autoritarios y las violaciones a los derechos humanos, como las esterilizaciones forzadas y las ejecuciones extrajudiciales por parte del Grupo Colina, mancharon su legado.
Escándalos de corrupción
En el año 2000, Fujimori huyó a Japón tras un escándalo de corrupción que involucró a su jefe de inteligencia, Vladimiro Montesinos. Desde el exilio, intentó renunciar vía fax, pero el Congreso lo destituyó por incapacidad moral. Años después, fue extraditado desde Chile y, en 2007, fue condenado a 25 años de prisión por crímenes contra la humanidad y corrupción.
Su salud se deterioró durante su reclusión, y en varias ocasiones solicitó indultos humanitarios. En 2017, fue liberado temporalmente por un controvertido indulto otorgado por el entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski.
El indulto fue anulado posteriormente, y Fujimori volvió a prisión. Hoy, 11 de septiembre de 2024, se produjo su fallecimiento, cerrando así el capítulo de una de las figuras más polarizantes en la historia reciente de Perú.
Fujimori recibe honores de Estado
El expresidente peruano Alberto Fujimori recibió este jueves honores de Estado, tal y como indica el ceremonial de su país, cuando sus restos llegaron al velatorio en la sede del Ministerio de Cultura.
Antes de ingresar, le esperaba una guardia de honor que saludó y presentó sus banderas a la comitiva, en la que también estaban sus hijos Keiko y Kenji, así como una de sus hermanas y una nieta.
En la entrada del ministerio también lo esperaba la cúpula policial y militar, así como el presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzén, varios miembros del gabinete y varios congresistas.
Al ubicar su féretro en el salón Nazca del Ministerio de Cultura, antigua sede del Museo de la Nación, sus familiares se despidieron de él, antes de recibir el pésame de los asistentes