En los últimos días no hubo buenas noticias en la escena musical: desde el penoso accidente donde se vio involucrada la hija de Alejandro Lora (vocalista del Tri) –lamentablemente con una persona muerta de por medio– hasta el delicado estado de salud de Gustavo Cerati, producto de una isquemia cerebral por la que fue operado el martes.
Por desgracia, las malas nuevas se incrementan con el fallecimiento de Ronnie James Dio, nombre talvez desconocido en una primera leída, pero que puede reconocerse de inmediato gracias a su registro y timbre de voz tan característico, sobre todo en sus participaciones musicales con Rainbow y Black Sabbath.
Según informó el pasado domingo la agencia Associated Press (AP) esta leyenda del heavy metal –cuyo nombre verdadero era Ronald James Padavona– murió a los 67 años en la ciudad de Los Angeles (Estados Unidos).
En el 2009, Dio reveló que padecía cáncer en el estómago, poco después de concluir una gira en Atlantic City, Nueva Jersey, con la más reciente versión de la banda Black Sabbath, esta vez bajo el alias de Heaven And Hell. Se había sometido a su séptimo tratamiento de quimioterapia y tenía esperanzas de volver a cantar.
En su sitio web oficial, su viuda Wendy Dio escribió para sus seguidores que “Ronnie sabía cuánto lo amaban todos” además de que “él los amaba y su música vivirá para siempre”.
Aparte de convertirse en la primera voz de Rainbow, Dio reemplazó en 1980 a Ozzy Osbourne, que salía de Black Sabbath. Su participación con la banda desató un debate sobre cuál de los vocalistas era el que la representaba mejor, discusión que siguió hasta su muerte.
Lo que permanece es la música. Por lo que repasar su trabajo y darlo a conocer es el mejor homenaje que le podemos ofrecer. Me concentraré en él, no porque los asuntos de Lora y Cerati sean menos importantes, sino porque fue el acontecimiento de menor difusión en los medios de comunicación.