El jefe de torturas de los Jemeres Rojos, Kaing Guek Eav, alias ‘Duch’ fue condenado a 35 años de prisión, según decidieron ayer los jueces del tribunal en Phnom Penh, la capital de Camboya. La sentencia, muy criticada por las víctimas del régimen, es la primera de este tribunal especial apoyado por las Naciones Unidas desde el fin del régimen de los Jemeres Rojos, que dominaron Camboya entre 1975 y 1979 y querían imponer una sociedad agraria ultracomunista. Kaing Guek Eav, de 67 años, era el jefe de torturas en la temible prisión S-21. El juez Nil Nonn dijo que el ex profesor de matemáticas es un criminal de guerra, pero añadió que no existen evidencias suficientes de que ‘Duch’ torturaba a sus víctimas personalmente. Debido a que ‘Duch’ está en prisión desde hace años, le fueron restados 16 de la condena. “La cámara detectó una serie de agravantes, incluyendo el carácter estremecedor y abominable de los delitos, que se perpetraron contra al menos 12 273 víctimas a lo largo de un prolongado período”, afirmó Nil Nonn al tribunal.Sin embargo, agregó, que se consideraron como atenuantes su cooperación con la Justicia, la aceptación de su responsabilidad y “sus limitadas expresiones de remordimiento”. ‘Duch’ es el primer condenado de cinco acusados por lo ocurrido durante la época de los Jemeres Rojos, en la que fueron asesinadas 1,7 millones de personas. Familiares de las víctimas del régimen criticaron la sentencia. “Esto es inaceptable”, dijo Theary Seng, presidenta y fundadora del Centro para la Justicia y la Reconciliación de Camboya. “Es inconcebible imaginarse a este asesino libre en la esfera pública siquiera un minuto”. Debería recibir varias cadenas perpetuas”, añadió. Los Jemeres Rojos derrocaron en 1975 al gobierno anterior, que contaba con el apoyo de Estados Unidos. El régimen era liderado por Pol Pot. Vietnam consiguió en 1979 derrocar al sanguinario régimen. Debido a la guerra de civil en Camboya nadie fue acusado formalmente por los crímenes durante años. El actual primer ministro, Hun Sen, aceptó la creación del tribunal internacional tras largas y complicadas negociaciones con la ONU. Pol Pot murió en 1998, sin haber sido responsabilizado por sus actos.El régimen del ‘comunismo de la era de piedra’ de Pol Pot persiguió a todos los posibles oponentes. Entre ellos se contaban intelectuales y cualquiera que tuviese que ver con el anterior gobierno. Quienes llevaban gafas eran particularmente sospechosos. En el punto de mira de los Jemeres estaban también vietnamitas y chinos, al igual que budistas, cristianos y homosexuales. Las personas que resultaban un estorbo para los objetivos de Pol Pot de constituir un Estado comunista primitivo de campesinos eran deportadas a centros de tortura y campos de muerte. Para ahorrar munición se los apaleaba hasta la muerte con hachas, layas y palos. El que aún tenía fuerzas debía cavar su propia tumba. Durante el proceso, entre marzo y noviembre del 2009, Kaing Guek Eav, de estatura pequeña y mirada firme, admitió lo inadmisible: las torturas, la crueldad como método político, las ejecuciones y el terror que reinaba en la prisión de Tuol Sleng.Convertido al cristianismo en la década de los noventa, pidió perdón a los escasos sobrevivientes y familiares de víctimas, y solicitó ser condenado “a la pena más estricta”. En ocasiones lloró al evocar su pasado, pero ‘Duch’ no confesó ninguna ejecución personal.