Soldados mexicanos trabajan para limpiar una vía en Las Manzanillas, tras el paso del huracán Patricia. AFP
Se esperaba que “Patricia” fuera un huracán devastador, pero no hubo muertos ni lesionados ni caída masiva de transformadores de luz ni pueblos sepultados por deslaves como ha ocurrido con otros huracanes recientes en México. ¿Cuál fue la diferencia?
Mucha prevención, bastante suerte, la entrada del huracán por una zona poco poblada y unas montañas que hicieron de barrera contribuyeron a que los efectos fueran menores de lo pronosticado. Hubo afectaciones, sí, como árboles caídos y bloqueos de tierra en algunas carreteras. Y no se descartan todavía daños por lluvias, con “Patricia” degradado a depresión tropical, avanzando hacia el norte y noreste de México.
Pero, según las autoridades, una serie de elementos se conjugaron para que “Patricia”, señalado como el huracán más fuerte del que se tenga registro en la historia, no pasara mucho más allá de la amenaza. “Creo que parte de lo importante es que la ciudadanía respondió”, dijo el secretario (ministro) de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza.
Miles de personas atendieron el llamado a refugiarse en albergues en los estados de Jalisco, Colima y Nayarit, que estaban en la zona de riesgo, o cargaron familia, mascotas, almohadas y víveres en automóviles para irse a casa de parientes en zonas más seguras.
La gente protegió también las ventanas de viviendas o comercios con láminas de madera o con cinta de embalaje colocada en forma de cruz y eso evitó que se rompieran cristales por todas partes.
Cuando pasó el huracán las calles estaban vacías, sin curiosos que se quedaran a ver las olas y las palmeras sometidas al embate del viento. “También hubo algo de fortuna de que el choque se haya desviado, haya cambiado de dirección, haya entrado a zonas montañosas”, afirmó Ruiz Esparza.
“La naturaleza fue bondadosa”, dijo. El huracán entró a tierra por los poblados de El Estrecho, La Manzanilla y Melaque, en la zona de Bahías de Tenacatita y Barra de Navidad, unos 55 kilómetros al oeste-noroeste de Manzanillo, otra ciudad turística.
Otra razón que influyó para aminorar el impacto: las instalaciones resistieron el embate de los vientos, que llegaron a la costa con una velocidad de 305 kilómetros por hora y rachas todavía más fuertes. “Creo que el punto es que Jalisco está mejor construido, está bien construido y la ciudadanía respondió”, dijo Ruiz Esparza, al comparar a “Patricia” con los huracanes “Odile” y “Manuel”.
“Odile” azotó Baja California el año pasado con vientos de categoría tres que dejaron al menos cinco muertos y severos daños a la infraestructura eléctrica. “Manuel”, un huracán de categoría uno, dejó más de 150 muertos en el estado de Guerrero en 2013 por sus fuertes lluvias que sepultaron incluso a un pueblo de la sierra, “La Pintada”, bajo toneladas de tierra.
“Patricia” fue un huracán de categoría cinco, la más fuerte en la escala de Saffir-Simpson. Pero los efectos inmediatos fueron pocos. Una ventaja adicional es que pasó rápido y no se quedó asentado durante horas en un solo sitio causando estragos como ocurrió con “Wilma” en 2005 en Cancún. “Todos temíamos lo peor”, dijo el secretario de Gobierno del estado de Jalisco, Roberto López Lara.