La zona azul de la avenida De los Shyris es una de las más usadas por las personas que visitan las oficinas y locales de ese sector. Foto: Eduardo Terán/ EL COMERCIO.
Edificios de oficinas, locales comerciales, un parque, la sucursal de un banco y las oficinas del IESS y el SRI están una a pasos de la otra, en el barrio Santa Prisca, en Quito.
A diario, esta zona se llena de gente que llega para hacer trámites, trabajar o hacer compras y quienes lo hacen en auto usan alguna de las 1 838 plazas de estacionamiento que forman parte del circuito Santa Clara del Sistema de Estacionamiento Rotativo Tarifado, conocido como Zona Azul.
Aunque la tarifa es de 40 centavos por hora, hay quienes prefieren ahorrarse ese valor y estacionarse a doble fila mientras esperan a alguien, en plena Bogotá y 10 de Agosto o en la calle Salinas. Otros dejan su auto y se van sin pagar o cancelan por una hora y exceden el tiempo permitido.
Según la Epmmop, el circuito Santa Clara y el de La Mariscal son los que registran mayor rotación de vehículos. Se calcula que el sistema de seis circuitos tiene unos 35 000 usuarios por día.
Eduardo Ruiz trabaja en el sector “desde 1998, cuando había sucres”. Luego se acostumbró al cambio a dólares y, cuando llegó la Zona Azul en el 2003, se integró al sistema. Él y uno de sus colegas de la siguiente cuadra, Enrique Mejía, cuentan que a diario se encuentran con personas que dejan su carro sin pedir su tiquete. Ellos se los ponen, pero cuando vuelven los propietarios se niegan a pagar.
El sistema recauda al año un promedio de USD 1,5 millones. Sin embargo, las pérdidas son cuantiosas debido a los usuarios que no pagan nada por estacionarse en estos espacios o pagan incompleto por el uso prolongado del mismo.
Por ello, la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT) intensificó los operativos para sancionar a los infractores. 25 fiscalizadores y agentes civiles acuden cuando un auto ha permanecido en un sitio más tiempo del estipulado.
Lo saben porque las 474 personas que trabajan en el sistema tienen equipos portátiles en los que registran la hora en que un vehículo se estaciona y su placa. La información está en línea con el sistema de la AMT y cuando se cumple el tiempo, se emite una alarma en sus PDA, quienes acuden a verificar si el auto sigue allí, explica Francisco Arauz, director de Fiscalización de la AMT.
Entonces toman fotos del vehículo, colocan un sello en donde se informa qué normativa se incumplió y cuál es la sanción (USD 20, equivalente al 5% de la remuneración básica unificada).
Desde el 27 de enero hasta el 27 de febrero, 2 346 personas fueron sancionadas. Arauz señala que cada persona tiene 10 días para hacer una apelación. Al undécimo día, la multa estará en firme.
Los controles se hacen de 08:00 a 20:00. También incluye el horario extendido de las 529 plazas de estacionamiento en La Mariscal, hasta las 02:00 y en los fines de semana. Allí se paga 80 centavos la hora.
La AMT decidió intensificar estos controles porque es su obligación, dice Arauz, pero además, para frenar la evasión y para mantener el espíritu original de este sistema, que promovía la rotación de vehículos en zonas de alta demanda.
Sin embargo, ahora ya no hay impedimento para que la gente se quede por varias horas haciendo uso del servicio, pues Ruiz, uno de los colaboradores del sistema, cuenta que se eliminó la restricción que solo permitía que cada usuario se quede dos horas en una plaza.
Por eso, el viernes colocó cuatro tiquetes sobre un auto negro, que le pertenece a un cliente habitual que suele dejar su auto en ese sector durante toda la jornada laboral. Arauz explica que ahora un propietario puede pagar por hasta cuatro horas de corrido y luego pagar cuatro más.
Jaime Quevedo es usuario del sistema y considera que es útil, porque permite ordenar un poco la ciudad. Sin embargo, señala que hacen falta más plazas de estacionamiento y expandir la Zona Azul a otros sectores. El Municipio tiene planes de crear más plazas en calles concurridas del sur y del extremo norte de Quito.